El apoyo social a partidos ultras

Vox: la venganza del 'redneck' hispánico

Quienes catalogan de privilegiados a hombres blancos pobres y de alienadas a mujeres blancas pobres ceden a la ultraderecha un colectivo que les regala orgullo de ser lo que son

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Juan Soto Ivars

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Jim Goad escribió en 1996 un libro profético, 'Manifiesto Redneck', que se anticipó dos décadas a la victoria de Donald Trump y puede ayudarnos a entender por qué Vox ha llenado Vistalegre. Redneck furioso, Goad advirtió de que el hombre blanco empobrecido de los estados agrarios de Estados Unidos no iba a tolerar mucho más tiempo que siguieran llamándolo opresor por el mero hecho de ser blanco, mientras se burlaban de él y de todas sus afinidades. En medio de la avalancha prodiversidad que inundó los medios de comunicación en la época, Goad lanzó un texto tan violento como lleno de lucidez.

Sin necesidad de propaganda positiva

La élite intelectual demócrata le dedicó una mirada despectiva: la misma que a Trump cuando juró que sería presidente. Mientras se escribían libros llamándole "imbécil" y se le vapuleaba desde todos los medios de comunicación, hubo quien percibió que este desprecio de las élites intelectuales iba beneficiar a Trump. Y finalmente ocurrió que una masa de blancos pobres del campo se identificó con un urbanita millonario solo porque los 'pijoprogres' de ciudad le atizaban con el mismo palo. No fue el único factor de su éxito, pero sí uno de ellos.

En España, tras unos años de política identitaria y reivindicaciones de importación norteamericana, ya tenemos nuestra reacción 'redneck'. Hagamos un matiz: los 9.000 asistentes del acto en Madrid no son, quizá, más que un espejismo. Pero nada impedirá que se conviertan en 900.000 si se les engorda, desde la oposición, con el mismo alpiste que los demócratas dieron a Trump. Los movimientos ultras en Europa y EEUU han demostrado que no necesitan propaganda positiva para crecer. Viven de la maldición.

Para combatir el discurso orgullosamente "facha" de Vox (y esta etiqueta no es mía, la asumió Santiago Abascal en Vistalegre) hay que comprender, primero, quiénes podrían apoyar este movimiento. Según el CIS, el apoyo a Vox no ha arraigado en clases populares, pero de la misma forma que el FN francés o el partido AfD alemán beben de la insatisfacción de las clases medias empobrecidas bajo el neoliberalismo europeo, Vox dirige al 'redneck' hispánico su discursoUn vistazo al público de Vistalegre, confirmado por las crónicas, da una impresión muy diferente a la foto fija del CIS. 

Soy de la opinión de que censurar a Vox es contraproducente. El ostracismo mediático puede convertirlos en 'esos portadores de la verdad incómoda que los medios no quieren que conozcas'. Pienso también que el desprecio frontal y el insulto pueden ser los empujones que los metan en el Congreso de los Diputados, porque ellos jugarán, como Trump, a crear una idea de identificación. 

Paradójicamente, creo que a un movimiento de ultraderecha como este solo puede ser combatido desde la izquierda. Los que se han pasado los últimos años catalogando de privilegiados a hombres blancos pobres y de alienadas a mujeres blancas pobres, sin importarles su clase social, deberían comprender que están regalándoselos a un movimiento que les regala orgullo de ser lo que son y les promete la salvación. Así que, izquierda, por favor: más clase social y menos identidad.