La rueda

Volver a empezar

CARLES SANS

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Cada persona construye su vida a base de plantearse proyectos, ya sean profesionales, sentimentales o lúdicos, que en muchos casos se quedan sin cumplir; o se cumplen de una manera muy distinta a la esperada. Esos pequeños o grandes fracasos nos provocan cierta frustración, a la que por fortuna le solemos plantar cara gracias a la voluntad de supervivencia que la mayoría poseemos. Gracias a ese esfuerzo seguimos caminando hacia otros retos, confiados en que, tal vez en la siguiente ocasión, los podamos conseguir.

Justamente esta semana he vivido dos despedidas muy distintas: dos nuevos propósitos nacidos de fracasos inesperados. Han sido dos encuentros con personas que, por separado, iban por la mitad de un camino con afán de que fuese largo y constructivo, y no ha podido ser.

En el caso de quien llamaréA, ha de abandonar Catalunya porque profesionalmente aquí no tiene trabajo y ha de marcharse lejos, a Nueva Zelanda, donde le ofrecen ejercer de arquitecta, que es de lo que se ha ganado la vida hasta ahora. Junto a un hijo pequeño, se lanza a la aventura de un nuevo continente, con un nuevo proyecto que la alejará de todos, hasta quién sabe cuándo. El día que fui a desearle suerte, no parecía asustada, incluso estaba ilusionada, pero le presentía la herida de un fracaso.

En el caso de la despedida de B, no es una cuestión laboral sino de fracaso matrimonial por falta de trabajo de ambas partes.Bse ha separado y con ello ha sentido el peso de la derrota, la crudeza que ocasiona el descalabro sentimental. Ahora quiere superarlo con proyectos que a saber si se materializarán o no. Ese día, mi amigoB,al igual queA, también parecía contento, pero no lo estaba.

Dos tristes realidades como muchas otras de un país sumido en la frustración y el desengaño, donde los proyectos parecen cada vez más lejanos e improbables.