La rueda

Vivir a través del móvil

El teléfono celular es maravilloso, pero admitamos que nos ha esclavizado

CARLES SANS

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Como colofón a una trayectoria que va camino de cumplir los 40 años de Tricicle, estamos preparando el espectáculo de «los grandes éxitos».

Al repasar los sketches del pasado, uno se da cuenta de cómo han cambiado las modas, especialmente en lo referente a las tecnologías. Te sientes antiguo al darte cuenta que en EXIT parodiábamos a unos ejecutivos que en el puente aéreo iban sin móvil ni ordenadores, algo inconcebible en estos días.

En pocos años los teléfonos móviles se han convertido en un miembro más de nuestra persona. Ya nada o casi nada sabemos hacer sin su compañía. La pasada semana compartí una comida con unos amigos que durante la conversación no cesaban de consultar sus móviles, ya sea porque no recordaban según qué dato o porque tenían que responder un mensaje que no podía esperar. La animada conversación de la velada se desarrollaba en combinación con la manipulación que cada cual hacía de su móvil: fotografiaban, grababan, tuiteaban o instagramaban. A eso de los cafés, cuando la conversación aminoró, cada cual sacó su móvil y enseñó sus fotos o los memes recibidos en los últimos minutos. Nadie estaba sin su móvil, nadie conversaba. Al salir les llevé a que viesen una procesión de Semana Santa. Lo hicieron a través de su móvil, y jamás se les ocurrió levantar la mirada de la pantallita.

Todos parecíamos felices, más informados y más satisfechos de conseguir tanto en tan poco tiempo. Y sin embargo, yo vi a todos más tontos y menos capaces de sobrevivir por nosotros mismos.

El móvil es maravilloso, forma ya parte de nuestro cuerpo, pero admitamos que nos ha esclavizado. Miren, si no, el extremo al que llegó el sonriente rehén que se fotografió junto al secuestrador del avión de EgyptAir para mandar la foto a sus amigos.