Plataformas de alquiler temporal

La vivienda: no nos despistemos

Acabamos de votar y el partido que más por la labor estaba de intentar controlar el desastre del alquiler temporal ha caído en Catalunya con todo el equipo. No podemos dejar que la lucha caiga en Barcelona también

Mirando ofertas inmobiliarias.

Mirando ofertas inmobiliarias.

ISABEL SUCUNZA

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Sé de gente que busca compañero de piso, de gente que se va una temporada fuera de Barcelona y quiere alquilar su habitación. Muchos de ellos, antes de acudir a empresas que más o menos legalmente ofrecen servicios de alquiler temporal, han elegido las redes sociales para dar voces. El motivo que todos alegan al preguntarles cómo es que no tiran de una de estas empresas que trilean (lo que hacen los trileros) con la vivienda es que: «Uf, qué mal rollo, ¿no?». No me extraña nada.

Últimamente el tema se ha dejado un poco de lado al ocupar el espacio de los medios todo eso de la política, lo cual es una pena porque antes del verano los teníamos un poco arrinconados, a los trileros digo. La plataforma más grande de monopolización del alquiler ocasional de la vivienda (hola, Airbnb) iba loca intentando limpiar su imagen, que se había visto salpicada por un affaire feo de pisos sin licencia de alquiler estacional. Unos meses antes habían hecho circular una campaña de vídeos en los que supuestos usuarios espontáneos explicaban cómo habían podido pagar los gastos del veterinario gracias al último huésped que les había encontrado en la plataforma en cuestión.

Semanas después, cuando el atentado (el atentado, ¿recordáis?) ofrecieron también a sus usuarios la posibilidad de prestar sus pisos para acoger gratis a las víctimas que lo necesitaran. Nunca sabremos cuántos lo hicieron ni cómo de efectivo fue aquello, me temo.

Nosotros nos hemos despistado ahora, pero ellos no. Estos días circula por las redes sociales una imagen en la que se jactan de haber cerrado solo en Barcelona unos cuantos miles de pisos de los que ellos mismos ofrecían, con el objetivo de controlar los «malos actores» (sic), como si hubiera sido idea suya, esta; como si no les hubiera caído un ultimatum por parte del Ayuntamiento.

Acabamos de votar y el partido que más por la labor estaba de intentar controlar este desastre ha caído en Catalunya con todo el equipo. No podemos dejar que la lucha caiga en Barcelona también. Sea esto Catalunya, sea cualquier otra cosa, nos jugamos el derecho a poder vivir aquí. Si ellos no descansan, nosotros tampoco lo podemos hacer.