La rueda

Vieja política, nueva política

El populismo se ha moderado y una parte de la casta se ha redimido en dos telediarios

ANTÓN LOSADA

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La primera en la frente. Quienes confiábamos en que la irrupción de la nueva política nos liberaría de la estupidez dialéctica impuesta por el yugo de lo políticamente correcto podemos esperar sentados, mejor a la sombra. En el campeonato mundial de la corrección política nadie quiere quedar eliminado, ni se conforma con la plata.

La vieja política rebusca en la basura de Twitter y la nueva política corre a borrar su timeline, avergonzada como si hubiera pegado a una madre o robado el bollycao a un niño. Tanto da que te imputen por participar en una protesta política que por quedarte con el dinero destinado a los parados o a la dependencia. Todo vale, como en los tiempos más viejos.

La contundencia verbal se queda para las tertulias de la televisión. Importa más mostrarse prudente y astuto que ser honesto, aunque haya que pagarlo. Cuando la vieja política señala con el dedo, la nueva se amputa una mano pensando que así le quita razón y le gana la partida. Si un compañero se equivoca no se corre en su auxilio, se pelea por pronunciar unas palabras en su funeral. No lo entienden, no son fuertes.

Aunque no todo van a ser malas noticias. Ahora resulta que el populismo se ha moderado y una parte de la casta se ha redimido en lo que duran dos telediarios. Ahora resulta que la corrupción se limpia poniéndole una lista de deberes a quien la ha gobernado. Después de tanta tabarra dada con lo viejo y lo nuevo, con los de arriba y los de abajo, resulta que ahora todo vuelve a la vieja izquierda y la vieja derecha.

Lo malo de lo nuevo es que la novedad siempre dura más bien poco. Enseguida se convierte en algo seminuevo, luego en segunda mando y finalmente en algo usado. La obsolescencia programada no parece solamente cosa de televisores y lavadoras. También rige en la política.