La vida urgente

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Mikel Lejarza

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En la década de los años 80 no solo triunfaron la música 'tecno' y Maradona, sino que también se vivió la edad de oro de las cintas de vídeo. Antes del DVD y de que internet nos hiciera llegar a cualquier dispositivo y en cualquier momento, los contenidos audiovisuales, gracias a aquellas hoy olvidadas cintas de VHS, los seguidores de series, al poder grabarlas y verlas independientemente de su horario de emisión, comenzaron a coleccionar sus episodios favoritos, avanzando las actuales formas de consumo de la ficción que han llegado a trasformar por completo el sector.

En el 2009 se estrenaron en EEUU 210 nuevas series; el año pasado el número aumentó hasta las 455. Para cualquier persona interesada en el tema, y que desee estar al día de todo lo que se produce y emite, tal cantidad es simplemente inabarcable. Y como hoy en día se pueden grabar los episodios o sencillamente descargárselos en cualquier momento y en cualquier lugar, son cada vez más comunes determinadas prácticas a la hora de ver las series, que tienen consecuencias directas sobre la producción y la distribución de éstas. Las más conocidas son el 'binge' y el 'speed watching'.

En el 2009 se estrenaron en EEUU 210 nuevas series; el año pasado fueron 455

La primera consiste en consumir un producto, desvinculándolo de su emisión programada y hacerlo acumulando varios episodios de manera continua. Un 'atracón', ver una temporada completa en un fin de semana, por poner un ejemplo. El 'speed watching' consiste en ver el contenido acelerando la velocidad, para consumir los episodios en el menor tiempo posible. Para aquellos que no se crean algo así, piensen en los cursos de lectura rápida que aconsejan como el mejor de los métodos el leer las páginas por la mitad. Seguro que los más veteranos usuarios de las cintas de VHS vieron en su día alguna película dándole a la tecla de avance rápido.

Nunca había habido tanto que ver y cada vez tenemos menos tiempo para hacerlo

Estas nuevas formas de ver están cambiando también la producción, la distribución y hasta la recepción por parte del público de las series. Antes de Netflix, el 'binge watching' era una práctica que únicamente se podía hacer a posteriori de la emisión semanal de los episodios de una serie; pero desde su llegada, los productos se han liberado de los programadores y nos hemos acostumbrado a que en un determinado momento estén al alcance de los usuarios todos los capítulos de una misma temporada. En consecuencia, se consume de una manera diferente, continua, que exige guiones estructurados para mantener la atención del usuario ante estos nuevos comportamientos.

El fenómeno explica la generalización de términos que desconocíamos, y que hoy se han hecho comunes, como por ejemplo 'spoiler'. Ahora las temporadas son más cortas, tienen menos episodios, se centran en la trama principal y desisten de perderse en tramas secundarias que sólo servirían para alargar inútilmente el relato. Fíjense, y comprobarán que incluso van desapareciendo los resúmenes iniciales y los capítulos recopilatorios. En un tiempo en que hay 'prisa' por conocer las historias, los rellenos sobran. Todo es más inmediato y urgente. Los más jóvenes, los niños, se están educando en el consumo de videos de YouTube que duran apenas unos minutos. Nunca ha habido tanto que ver y cada vez tenemos menos tiempo para hacerlo. Nos sentamos frente a las pantallas, pero la vida en ellas, vuela.