El turno

Vida sana de una princesa

NAJAT EL HACHMI

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Hace tiempo que son muy admiradas no solo aquellas personas delgadas, sino las que reducen a niveles mínimos sus reservas adiposas. La grasa está mal vista y a diestro y siniestro anuncian formas de eliminarla como si fuéramos todos platos en el fregadero necesitados de una buena dosis de Fairy. El hecho de que algunas enfermedades graves con consecuencias letales estén directamente relacionadas con el exceso de determinados lípidos ha ayudado a extender la idea de que cualquier alimento que los contenga hay que descartarlo de forma fulminante. A esta preocupación colectiva por la alimentación sana se añaden las campañas para movilizar a una población con una clara tendencia al sedentarismo. Queda claro que hacer ejercicio es bueno y necesario, pero hay una gran diferencia entre caminar media hora diaria o someterse a extenuantes sesiones en el gimnasio, por ejemplo.

Yo cada vez veo a más gente que controla al milímetro lo que ingiere, dedica un tiempo exagerado a definir cada uno de sus músculos y disfraza una evidente obsesión por el cuerpo con una supuesta preocupación por la salud. Me cuido, te dicen. Y quedan bien porque cuidarse está muy valorado. Por eso cuando saltaron las alarmas en los medios ante unas fotografías deLetizia Ortizen Chile en las que aparece muy delgada, enseguida las revistas del corazón pasaron a justificarlo diciendo que está así porque «se cuida». Nos cuentan que lleva una dieta muy sana y entrena cada día para estar en forma, y nos enseñan fotografías donde aparece comiéndose un plato de lentejas en el 2008, afirmaciones que resultarían crueles y perversas si efectivamente la princesa sufriera algún trastorno del comportamiento alimentario. Claro que quizá esta es la última de las preocupaciones de la Casa Real ahora mismo.