Contratos que son, en realidad, papel mojado

Desde el Barça la presión de Verratti se interpreta en positivo, a pesar de ser una falta de profesionalidad

Verratti se protege de la entrada de Busquets en el último Barça-PSG.

Verratti se protege de la entrada de Busquets en el último Barça-PSG. / JORDI COTRINA

SÒNIA GELMÀ

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Firman, sonríen y se dan la mano. Como si aquel contrato les uniera realmente. Pero lo saben ellos y lo sabemos todos, en el fútbol de elite --el de los jugadores multimillonarios-- esa unión solo tiene la vigencia de su deseo. Da igual si firman por tres, por cuatro o por cinco años. El contrato valdrá el tiempo que ellos quieran que dure. Si el jugador rinde, se revisa al alza el compromiso. Si por el contrario no funciona, será el club el que deba buscarle acomodo e incluso hacerse cargo de parte de la ficha en su siguiente destino.

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Las firmas solo obligan a los clubes. Así está montado y con esa normalidad asumimos que, salvo excepciones, cuando un jugador se quiere ir, se va. Y parece hasta justo, que cualquier trabajador tenga la libertad de ejercer donde quiera. Pero entonces, quizás lo más honesto sería firmar contratos sin fecha de caducidad, con una cláusula fijada de antemano, basándose en cifras reales, ajustadas al sueldo, y no publicitarias, como la de los mil millones de euros de Cristiano. Con aquel «de por vida» que ahora, con perspectiva, resulta irrisorio.

LA REBELDÍA DEL PARÍS SG

El París SG es de los pocos que intenta rebelarse contra ese poder de los jugadores. Thiago Silva y Marquinhos lo comprobaron en su día. El club francés tiene el atractivo de su gran potencial económico pero no gana nada a nivel europeo. Pese a que los jugadores lo puedan ver como un escaparate para seguir progresando, no sigue la lógica de otros clubes que se ven en semejante situación, porque gracias a su capital catarí no tiene ninguna necesidad de hacer negocio a partir de ventas.

MAL ASUNTO

Mal asunto para Verratti, que sabe de antemano que si sigue la estrategia de sus compañeros brasileños, estará jugando la Ligue 1 en agosto. El italiano deberá jugar fuerte, y parece dispuesto a ello, si realmente quiere dejar el París SG. Es una apuesta arriesgada, puesto que no sabemos cuál puede ser la  reacción de su club. 

Desde la óptica azulgrana el gesto de Verratti se interpreta en positivo. Lo que en primera persona sería una falta de profesionalidad, aquí se observa, se aplaude y se incentiva como una muestra de su compromiso. Como en su día la tuvo Mascherano para salir del Liverpool.

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Tiene la suerte el Barça de no ser un escalón intermedio, un trampolín para ir hacia otro grande. Pero no por eso deja de estar a merced de sus jugadores. El día que Messi se quiera ir, como pasa ahora con Cristiano, no le hará falta ningún tipo de rebeldía. Simplemente hará saber al club que su tiempo se acabó. Y no habrá contrato ni renovación que les salve. Son, en realidad, papel mojado.