Las elecciones alemanas

La vaporosa senda del SPD

Los socialdemócratas solo volverán al poder si los liberales, socios de Merkel, quedan fuera del Bundestag

CARLOS CARNICERO URABAYEN

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Los restaurantes que no son ni buenos ni malos, ni tradicionales ni sofisticados, suelen quedarse vacíos porque no logran diferenciarse de sus competidores. Nadie habla de ellos, salvo para no ir. Algo parecido le ocurre al partido de los socialdemócratas alemanes (SPD), cuya probable derrota en las elecciones del día 22 puede hundir un palmo más en la tierra a la noqueada izquierda europea.

Partamos de una premisa: no resulta fácil arrinconar a la cancillera más popular de Alemania. Los alemanes la han bautizado como Übermutter (madre de todos) por haberles timoneado hasta su admirado éxito económico y además sentir orgullo patriótico con normalidad. El famoso publicista Don Draper, de la serie Mad Men, recomendaría a sus clientes del SPD: si no te gusta la conversación, ¡cambia de tema! Pero, ¿a quién no le gusta la Alemania de hoy?

En el pasado podías reconocer a un ciudadano alemán si en una reunión internacional se identificaba a secas como europeo; demasiados complejos históricos invitaban a una cierta discreción. Los alemanes eran disciplinados, pero sobre todo eran sinónimo de aburridos. Hoy pueden levantar la cabeza frente al resto, ondear sus banderas sin levantar fantasmas del pasado e incluso afirmar -como ha hecho Angela Merkel- que Grecia no debió entrar en el euro «por no estar preparada». Nadie les preguntará si ellos estaban preparados para integrarse tras la segunda guerra mundial. Están exultantes, y el resto es débil.

Batir a la madre de la República es una tarea hercúlea, sobre todo si combinas una crisis de identidad política en tu propio partido con un candidato gafado al servicio de una gaseosa transmutación ideológica. Una encuesta ha revelado que el 69% no logra distinguir al SPD de los demócrata cristianos (CDU). Una confusión sorteable para Übermutter, pero desde luego no para quien fue en su día su ministro de Economía y es hoy su adversario, Peer Steinbrück.

El debate en televisión fortaleció a Steinbrück, pero no lo suficiente para recortar los 10-12 puntos que le separan de Merkel ni para correr un tupido velo sobre sus propios desvaríos. Recordemos dos: dijo que el sueldo de canciller (289.986 euros brutos) era bajo, a lo que el excanciller Gerhard Schröeder le respondió: «Quien crea que la retribución de un político es demasiado baja puede escoger otra profesión». En otra perla afirmó que Merkel es más querida que él «porque tiene un plus femenino».

Vayamos a la confusión ideológica. El mapa alemán de partidos políticos es complejo. Un nuevo partido, Alternativa por Alemania, quiere salir del euro. Die Linke es un partido de izquierdas compuesto por exmiembros del SPD y antiguos comunistas. Los Verdes han adaptado su discurso antinuclear y pacifista. Los liberales, aunque hundidos, siguen siendo liberales. La CDU sufre también un desgaste, pero tiene a Merkel al frente. ¿Dónde queda el SPD?

De la mano de Schröeder, el SPD impulsó la Agenda 2010, un conjunto de reformas laborales y económicas que sentaron las bases de su actual éxito económico. Unas políticas liberales seguidas de una coalición con su principal partido rival. Desde entonces Merkel ha ido achicando espacio hacia el centroizquierda. Su protagonismo en la defensa de la tasa Tobin habla por sí solo, a lo que hay que añadir su oportunista coqueteo antinuclear tras Fukushima y sus alternativas similares a la implantación del salario mínimo, ¡la propuesta estrella del propio Steinbrück! Otras ideas socialdemócratas de subida de impuestos a las rentas más altas fueron apartadas por no ser consideradas atractivas por el propio candidato.

En lo que más se parecen los socialdemócratas del sur y del norte de Europa es en su pérdida de espacio político. Su vocación paneuropea se ha quebrado ante la disparidad de intereses geográficos en la crisis del euro. FrankWalter Steinmeier, su jefe de filas en el Bundestag, habla de Grecia como si fuera una lastimosa empresa en quiebra. Solo ahora en campaña culpan a Merkel de castigar a los malos alumnos del euro. No cuaja. Steinbrück nombró como portavoz a un periodista del amarillista diario Bild, célebre por sus campañas antigriegas. ¿Si no le concederías una entrevista, para qué contratarlo?

Lo único que puede salvar al SPD es la fragmentación parlamentaria y la posibilidad de que los liberales se queden sin representación. Steinbrück jura a sus electores que no repetirá una gran coalición a las órdenes de Merkel; prefiere gobernar con los verdes, siempre y cuando él sea canciller. Es improbable que tengan suficientes votos, a no ser que sumen a Die Linke, hipótesis también negada. Temo que el SPD no tendrá más remedio que reinventarse. Pero en estas elecciones no tiene tiempo.