Los SÁBADOS, CIENCIA

Vampiros y otros cuentos de sangre

Las leucemias y los linfomas son los cánceres cuyos mecanismos mejor hemos llegado a conocer

MANEL ESTELLER

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La sangre es el órgano del cuerpo humano más extraño. Porque no es sólido y no ocupa un lugar definido sino que está en todas partes y se mueve de forma líquida. Por su fácil extracción (todos nos hemos visto nuestra sangre pero pocos hemos disfrutado de la visión de nuestro hígado) es el tejido más estudiado. Su color rojo se debe a un tipo de células que contiene, los glóbulos rojos o eritrocitos, que transportan una proteína llamada la hemoglobina (transportadora de oxígeno) que es rica en hierro y este elemento posee ese color tan característico. La sangre más rica en hemoglobina con oxígeno es más rojiza (arteria) y la más pobre es más azulada (venas). ¿A la gente con Sangre Azul le falta oxígeno? Por favor, hoy no entraremos en política ... Bien mirado, estos glóbulos rojos son bastante curiosos porque son los únicos de nuestra anatomía que no tienen núcleo celular, esa estructura central que determina la actividad biológica. Si no transportan bien el oxígeno aparece la enfermedad llamada anemia que tiene muchas causas. Además, otra patología asociada a los mismos podría haber sido el origen de uno de los mitos de terror más clásico: el vampirismo. En la enfermedad llamada porfiria hay un defecto en la producción de hemoglobina que hace que la piel de estos pacientes sea exageradamente sensible a la exposición solar. ¿Os suena la historia?

Nuestros amigos escarlatas tienen otros parientes formando parte de la sangre: las plaquetas, que tienen unas células progenitoras llamadas coloquialmente megacariocitos. Se encargan de tapar los agujeros en defensa de nuestro sistema, taponando las heridas que nos hacemos. Un poco como hacía Carles Puyol en el Barça antes de retirarse. Si se pasan en su trabajo aparecen enfermedades como la trombosis que no deja circular libremente la sangre. Si se quedan cortas aparecen otras patologías como la hemofilia, una enfermedad genética que impide la correcta coagulación de la sangre. Las mujeres son portadoras del mal y los hombres lo padecen. Entre las primeras encontramos las reinas Victoria de Inglaterra y Victoria Eugenia; y entre los segundos, Alexis Nikoláyevich Románov, el hijo del último zar de Rusia. Por eso la importancia de ir renovando con nuevo material genético los árboles genealógicos.

Hay un tercer tipo de células en la sangre muy interesante: los glóbulos blancos, llamados en los crucigramas leucocitos. Son nuestros defensores. Algunos producen armas químicas (anticuerpos), otros simplemente se comen al contrario (fagocitosis) y otros son del servicio de inteligencia, porque tienen un archivo de todos nuestros enemigos y activan las respuestas adecuadas a cada uno de ellos. Sin ellos, la primera infección que tuviéramos nos sacaría de este bonito mundo. Las enfermedades llamadas inmunodeficiencias son causadas por defectos de este sistema. Estos policías de la sangre también pueden ser perjudiciales si no saben diferenciar al amigo del enemigo, apareciendo entonces las enfermedades autoinmunes.

Los leucocitos son una familia muy diversa, así como nuestra sociedad, y en la riqueza de la diferencia está el valor: tenemos neutrófilos (¡a por las bacterias!), basófilos (respuesta inmunitaria), eosinófilos (alergias y lucha contra los parásitos), monocitos (los Pacman que se comen todo lo que encuentran por delante) y linfocitos (los productores de anticuerpos). De estos últimos hay tres tipos: linfocitos T, linfocitos B y natural killer (asesinos naturales, es decir como Messi en la frontal del área). Los linfocitos, además de en la sangre, los podemos hallar en la linfa (que durante años fue la cenicienta de la sangre) y los ganglios linfáticos. Proliferaciones anormales de los mismos causan los tumores de estas localizaciones, además de la médula ósea: las leucemias y los linfomas. Mi abuelo murió de una clase de preleucemia llamada síndrome mielodisplásico y una compañera de clase de una leucemia aguda. Pero debemos ser justos y transmitir que los cánceres donde más conocidos son sus mecanismos son las leucemias y los linfomas.

La historia viene de lejos, ya que el primer fármaco de quimioterapia fue aplicado en una leucemia. Pero es que además ha habido dos historias impactantes: los tratamientos de la leucemia promielocítica aguda con ácido all-trans retinoico y el de la leucemia mieloide crónica con cromosoma Filadelfia (translocación BCR-ABL) con un inhibidor tirosina quinasa que han cambiado la historia de estas enfermedades hacia su curación. Son las llamadas balas mágicas. Pero quedan muchas otras formas de cánceres de la sangre y de los ganglios donde tenemos mucho camino por hacer. Apoyamos la labor de investigadores como los del Institut de Recerca contra la Leucèmia Josep Carreras (http://www.fcarreras.org/es/ijc) en sus campus del Hospital Clínic, Sant Pau y Germans Trias i Pujol, y muchos otros, que nos hacen ver un mañana más claro.