Vacío y fariseísmo

Los que engañaron con la independencia son los mismos que perpetraron la fallida privatización de la ATLL

Artur Mas y Mariano Rajoy

Artur Mas y Mariano Rajoy / periodico

Joaquim Coll

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Nunca como ahora hemos estado inmersos en una situación de vacío político tan general. El empantanamiento es a todos los niveles. En el Congreso, la legislatura está agarrotada. Cada vez parece más probable que los Presupuestos del 2018 no vayan a ver la luz, ni tampoco los del 2019, se reconoce ya desde la Moncloa con gran cinismo cuando debería ser motivo de adelanto electoral. Técnicamente puede que sea posible ir tirando a base de prórrogas, pero es una alteración grave de la lógica parlamentaria. Cuando Felipe González en 1995 comprobó que no tenía apoyos para aprobar las Cuentas, llamó a elecciones. Un ejecutivo que no puede sacar adelante la ley más importante del año queda tocado y hundido. Pero Mariano Rajoy nunca ha querido gobernar, en el sentido de liderar reformas, anticiparse a los problemas, proponer iniciativas; solo aspira a sobrevivir, enganchado al poder. Por su parte, la oposición es incapaz de ponerse de acuerdo para poner fin al colapso.

En Catalunya, las cosas andan peor, porque la trituradora del 'procés' se lo ha cargado todo. Después de tantas promesas aplazadas, el fracaso del sueño independentista ha dejado un gran vacío en una parte de la sociedad que se refugia en el sentimentalismo herido de las porras y los presos para evitar señalar a los culpables del engaño. Los mismos que perpetraron la fallida privatización de Aigües Ter Llobregat en 2012, que el Tribunal Supremo ha ratificado esta semana, un gran pufo de gestión que nos va a costar a los catalanes mucho dinero, además de haber encarecido el recibo del agua. Recordemos que Artur Mas, con su eminente catedrático Andreu Mas-Colell, en el papel de 'conseller', fueron también los adalides de un Estado independiente que nos convertiría en la Dinamarca del sur. La exageración como arma política nos ha conducido al desastre, ha reconocido el 'expresident'. Tras la borrachera, el realismo: los partidarios de la independencia, según el último CEO, ya son menos que los favorables a seguir siendo una autonomía española.

El tríptico del vacío se completa con un Ayuntamiento de Barcelona en manos de Ada Colau, cuya respuesta a su minoría política y falta de experiencia ha sido refugiarse en la prepotencia. Es el primer mandato en democracia que no se aprobará ni un solo presupuesto municipal por la vía ordinaria. Eso ya lo dice todo. La alcaldesa es muy dada a camuflar su mala gestión abrazando grandes causas y atizando la supuesta falta de la libertad de expresión en España. Pero ella censuró nada más llegar un cartel del torero Morante de la Puebla en homenaje a Salvador Dalí y aceptó la retirada de una instalación artística hace un año en el Fossar de les Moreres porque profanaba un lugar sagrado del nacionalismo. Ahora mismo se acaba de censurar un acto sobre la irreverente Tabarnia en un centro cívico municipal cuando ya estaba confirmada la reserva y sin ofrecer alternativas. La censura en la Feria Arco es inaceptable, y es cierto que se está cayendo en una aplicación demasiado extensiva de los delitos de odio, pero en Catalunya se llena el vacío con fariseísmo.