50 años de CCOO de Catalunya

La utopía cotidiana del sindicalismo

Son necesarias prácticas sindicales más flexibles para hacer frente a los retos del neoliberalismo

JOAN CARLES GALLEGO

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Hace 50 años, el 20 de noviembre de 1964, 300 enlaces sindicales y trabajadores de diferentes empresas y sectores reunidos en asamblea, hombres y mujeres, en representación de los compañeros en sus centros de trabajo, constituyeron el espacio de coordinación y organización sindical que es el origen de la Comisión Obrera Nacional de Catalunya, las Comisiones Obreras de Catalunya, hoy la primera organización sindical y social del país en afiliación y representatividad. Fue un acto valiente, necesario, inteligente. Hacía falta valentía en la negra noche del franquismo para autoorganizarse y reclamar derechos, exponiéndote a la detención, la tortura, la cárcel y hasta la muerte. Era necesario construir propuestas colectivas y unificadoras, como pone de manifiesto la plataforma aprobada aquel 1964, que reivindicaba: salario mínimo de 200 pesetas, escala móvil salarial para garantizar el poder adquisitivo, libertad sindical y derecho de huelga.

Hacía falta inteligencia para retomar el hilo histórico de la tradición de las diversas raíces del movimiento obrero catalán (anarquista, socialista, comunista, cristiano) que el franquismo quiso aniquilar, promover la autoorganización y la coordinación de luchas y construir el embrión de un sindicato para luchar contra la injusta sumisión laboral y reclamar libertad y derechos de ciudadanía para trabajar y vivir.

Un sindicato nace, se arraiga y crece si los trabajadores consideran que es un instrumento útil para organizarse y defender intereses, hacer avanzar derechos, instaurar equilibrios y promover la igualdad. La utilidad de estos 50 años de CCOO es el avance de las condiciones de trabajo y de vida y de los derechos nacionales y sociales. La integración social y nacional de la clase trabajadora, la apuesta por normalizar y consolidar el uso de la lengua propia, la promoción de un marco catalán de relaciones sociales y laborales, con derechos e instrumentos propios, que llene de contenido social la demanda de mayor autogobierno, forman parte ya de la historia de Catalunya y no se pueden explicar sin la capacidad de organización y movilización de CCOO.

Hoy, sin embargo, los poderes económicos y los gobiernos en Catalunya, España y Europa quieren retrotraernos a un mercado de trabajo desregulado, sin derechos y tutelas laborales, y acabar con la capacidad de intervención y negociación de los sindicatos. Tenemos nuevos e importantes retos: cambios en el mercado de trabajo y en la composición de la clase trabajadora; nuevos marcos legales restrictivos de derechos; un importante desarrollo de las fuerzas productivas, el conocimiento, las tecnologías y la eclosión de la robótica; la transnacionalización de la actividad productiva; el predominio del capitalismo financiero dirigiendo la globalización. Y en un contexto de hegemonía cultural, ideológica y política del neoliberalismo y con una profunda crisis política y de las instituciones.

Para seguir avanzando, CCOO de Catalunya está transformando sus estructuras de funcionamiento y renovando la propuesta y la práctica sindicales, teniendo muy en cuenta cómo se organizan el trabajo y el proceso productivo, porque queremos seguir siendo útiles a nuestra función social y fuertes para construir presentes y futuros. Y para eso se necesitan formas más flexibles y cooperativas y capacidad de actuar sindicalmente en toda la cadena de producción. Nos hemos de organizar para la acción y la negociación en espacios de trabajo multisectoriales, incorporar contenidos a la negociación colectiva y articularla en diferentes niveles.

Debemos abordar la relación entre igualdad y diversidad, los derechos personales y la democracia en la empresa. Debemos agrupar y organizar a los trabajadores y trabajadoras de pymes, de microempresas, a autónomos dependientes, a los trabajadores de los sectores de la economía social. Apostar por espacios de contractualidad en Europa y en el mundo articulando el movimiento sindical europeo y mundial y acelerando la construcción de un sindicalismo global útil, con capacidad de movilización y negociación en el ámbito supranacional. Debemos ser un sindicato transparente, abierto y participativo, que incorpore la potencialidad de las redes para informar y escuchar, organizar, actuar, decidir, influir.

Retos importantes que debemos abordar en el día a día organizando y movilizando a las personas, con trabajo o en situación de desempleo, estables o precarias, para hacer frente a las actuales políticas, con propuestas, conquistando espacios de negociación y diálogo y construyendo acuerdos que den respuestas concretas a los problemas concretos de la gente trabajadora. Esta es la tarea de la utopía cotidiana del sindicalismo.