AL CONTRATAQUE
Una tristeza inmensa
Unos y otros han jugado a vendernos nuestro propio país. Nos han subrogado para su proyecto. Un país es su gente, y lo demás es paisaje
Xavier Sardà
Periodista
Es licenciado en Ciencias de la Información, con una amplia trayectoria en radio y televisión. Su actividad se centra actualmente en tertulias de carácter político.
XAVIER SARDÀ
Estar en el pasado crea incertidumbre. Sobre todo, porque cuando se está en el pasado no se sabe exactamente de qué. Eso sí, aquí lo que estamos es en el pasado, desengañémonos. Esto es un auténtico drama. Esto lo es todo, menos un presente.
La sensación de vivir en el pasado la genera la desmesurada exaltación que algunos han hecho del futuro. Son tantas las cosas que estaban preparadas, dispuestas, listas, proyectadas, planeadas y programadas, que han sido enormes el desencanto, el chasco y la desilusión. Por parte del Estado el futuro también ha descarriado y ha sido amordazado y casi amortajado. Hay algo mucho peor que un futuro incierto, y es un pasado cierto. Y ahora, el drama.
Cuando escuchamos a algunos líderes decirse entre ellos que no tenían nada preparado y que todo era simbólico y pura tramoya ornamentada, ya veíamos que nos dejaban tirados en el aciago pasado de no se sabe qué. Aquí estamos. Los ingenuos quieren el acelerón histórico que les prometieron, pero son como la novia engañada por la palabrería vacía de los Donjuanes. Son los últimos en enterarse, por más que les digan. Y del otro lado, mano dura y nada más. Y ahora, el drama.
Promesas vacías
Estamos en el pasado porque los artífices del nuevo futuro han perdido su fórmula magistral. Estamos en el pasado a causa de las promesas vacías de los unos y la inacción de los otros.
Han querido llevarnos al futuro por la puerta grande y han perdido la llave de la de servicio. Aquí estamos. Han apostado por el futuro a todo o nada y ha ganado la banca. Han confundido las palabras con los hechos, el verbo con la carne y el 'Whisful thinking' con las cosas en sí. Por otro lado, el Gobierno español ha incurrido en la infantil falacia de que las cosas irán bien porque pueden ir bien. Su turbación afectiva también nos retiene en este pasado. Y ahora, el drama.
Es enorme el daño emocional, penal que produce este engelamiento temporal. Aquí, en el pasado, andan revueltas las grandes promesas, los miedos, las esperanzas, los recelos y la represión. Paradójicamente, los adeptos defraudados no culpan a los mendaces, sino a la ciudadanía escéptica. Nos han ofrecido aquí y allí un panorama extraordinario, pero sin los medios para alcanzarlo. Aquí estamos, en el pasado y en el drama. La tristeza es enorme.
Gente y paisaje
Unos y otros han jugado a vendernos nuestro propio país. Nos han subrogado para su proyecto. Un país es su gente, y lo demás es paisaje. Aquí seguimos, en el pasado de no sabemos qué y en el drama.
Estamos en un espacio tiempo sin movimiento. Vamos que la cuarta dimensión temporal no pasa por aquí. La ciencia nos dice que vivimos 80 milisegundos en el pasado: "Cuando piensas que un evento ocurre, ya ha pasado”. Aquí, no.
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