Una semilla política

Laia Bonet

Laia Bonet

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

He querido dejar pasar unos días antes de compartir esta reflexión pública sobre el proceso de primarias del PSC de Barcelona y su resultado. Necesitaba tiempo para analizar a fondo los datos, tiempo para pensar y para hablar con muchas personas. Había que escuchar. Una vez más, escuchar. Y distanciarme, mínimamente, del impacto emocional del resultado electoral. Cuando se pierden unas elecciones la tentación a subestimar lo que se ha obtenido es proporcional, también, al exceso con el que, quien las gana, tiende a sobreestimar el resultado y su trascendencia. Hay que hacer un esfuerzo de honestidad política en la victoria y en la derrota. Y en especial, de humildad. Nada de lo que ha pasado acredita la euforia. Por mi parte, voy a intentarlo.

Lo primero que quiero hacer es pedir disculpas a todas las personas que nos votaron, a las que nos avalaron, a las que nos han animado y han trabajado con entusiasmo y generosidad en nuestra campaña. A las que pensaban que, con seguridad, podríamos pasar a segunda vuelta y confiaban en que podríamos concentrar el voto renovador. Su decepción es también la mía. Siempre me preguntaré qué más hubiera podido hacer. Y seguramente hemos cometido algunos errores de cálculo o de estrategia. O era insuficiente mi oferta personal, que también puede ser. Pero nuestra propuesta no era solo una opción para disputar el poder (que justificaría cualquier táctica) sino también una manera de entender la política, su praxis y el modelo de partido. Quería sumar dentro y fuera del PSC. Pero la polarización dentro contra fuera y a la inversa, ha impedido también que nuestra oferta emergiera como una opción real de cambio renovador. Hemos quedado atrapados y sin fuerza para abrir un tercer espacio tan integrador como renovador y ganador.

Ilusión

Hemos hecho una gran campaña, creo. Pero convertir la ilusión en fuerza, la energía en capacidad, y el entusiasmo en votos, reclama un modelo organizativo, unos recursos humanos y materiales y una consolidación estructural que no hemos sido capaces de crear, ni de compensar con nueva energía cívica ciudadana. La participación --demasiado baja-- no ha permitido desbordar la capacidad de resiliencia de la vieja política. No es suficiente la simpatía, hace falta efectividad. Convertir los deseos en objetivos progresivos y acumulativos, es decir, que permitan avanzar, es parte de la responsabilidad del liderazgo político. Y soy responsable.

Sí, pido disculpas por no haber conseguido materializar tantas esperanzas en un resultado suficiente para luchar con posibilidades de éxito para hacer posible el triple combate que proclamábamos: empezar a crear una alternativa progresista y de izquierdas, política y social, al gobierno conservador de Xavier Trias; practicando una nueva política en las formas y en el fondo; y cambiar el PSC como condición indispensable para hacer posible esta nueva mayoría.

Autocrítica

Pero la decepción o la autocrítica no nos puede llevar ni a la parálisis ni a la frustración. Tampoco el cinismo, ni el derrotismo. No es mi estilo, ni lo merecemos todas las personas que queremos otro PSC y una nueva política, por muy desesperanzadas que estemos hoy. Muchos creen que hemos perdido una oportunidad única para enderezar el rumbo del PSC. Y quizás tienen razón. De hecho, las candidaturas que representaban la continuidad y todos los rostros del oficialismo frente a las renovadoras, ya fueron ganadoras en primera vuelta. ¿Teníamos realmente fuerza?

La imposibilidad de llegar a un acuerdo entre las tres --o al menos dos de las tres-- candidaturas renovadoras es un síntoma de la debilidad renovadora, por falta de liderazgos y estrategias capacitadas para dar la batalla al oficialismo con unas mínimas garantías de éxito. El mínimo que se puede decir es que se ha desaprovechado una ocasión. Yo sé todo lo que hice, ya que estaba dispuesta, para hacer posible sumar una potente candidatura renovadora. Tengo la conciencia tranquila, a pesar del desánimo por el resultado.

Quizás hemos perdido una oportunidad. Pero me pregunto: ¿hemos dejado una semilla y un capital político que podemos cultivar y alimentar al servicio de los ciudadanos de Barcelona que quieren otro gobierno? ¿Y al servicio de tantos militantes, simpatizantes y votantes (actuales o pasados) que quieren otro PSC? Creo que sí, con toda la humildad, a pesar de las enormes dificultades. Seguramente habrá mucho más tiempo, paciencia y acierto. Y ni así está garantizado que esta semilla germine. Nuestra primavera socialista, la que deseábamos, no ha tenido éxito a la primera. Tenemos derecho a abandonar, a dejarlo correr, a resignarnos, a darnos por vencidos? No, creo que no. Ni por responsabilidad, ni por convicción.

¿La última oportunidad?

Hay muchos balances posibles de estas primarias: el de las primarias como instrumento de regeneración y participación; el del proceso y la praxis electoral; el de la participación; y el del resultado, claro. Y habrá que hacer todos, con calma y profundidad. Pero yo quiero hoy reivindicar el valor de la proximidad y del trabajo político de nuestra candidatura. He probado otra manera de hacer política. Y ya no podré hacer de ninguna otra manera. Seguramente no desde la primera línea, ni asumiendo responsabilidades que no he obtenido en las urnas. Pero sumando mis energías a las de todo el mundo que quiera hacer más PSC pero otro PSC, si es que todavía es posible. Mientras, deseo sinceramente suerte al liderazgo surgido de este proceso. Espero que no confundan la aritmética del poder, con el proyecto político. Casi la mitad de los votantes querían aún más cambio del que ha resultado elegido.

Nuestro Compromiso por Barcelona no es efímero, ni coyuntural. Tampoco una apuesta o una marca electoral. Veremos cómo podemos avanzar. Y continuaré reatando mis anhelos a los de mucha y mucha gente que he conocido en esta fantástica experiencia. ¿Las primarias han fracasado? ¿Hemos perdido la "última" oportunidad? No lo sé. Quizás es pronto para decirlo o sentenciarlo. Pero sí puedo decir que han sido la mejor experiencia política que he vivido nunca. Que así lo hemos vivido muchas personas y que continuaremos trabajando por nuestra ciudad y por nuestras ideas desde posiciones muy diversas, pero con una gran convicción: que sí, que sí hay alternativa a tantas y tantas cosas que queremos cambiar. Procuraremos hacerlo mejor.