Pequeño observatorio

Una sección que falta: 'Corrupción'

JOSEP MARIA Espinàs

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He topado con un artículo que escribí hace 18 años –no fue precisamente ayer– que empieza así: «Quien compró el negocio en nombre de una empresa era también consejero de otra empresa constituida por un grupo de 14 empresas, entre las que figuraba la empresa vendedora del negocio, y el intermediario de esta operación era accionista de otra empresa, con la que la empresa compradora había gestionado 400 millones de pesetas... y seis de esas empresas se fundaron y disolvieron el mismo día. De modo que...».

Han pasado muchos años y sigo sin comprender nada de cómo funcionan las complicadas operaciones de corrupción de las que hablan los medios de comunicación. Son informaciones redactadas, no lo dudo, de forma correctísima, pero que solo podrán comprender, me imagino, los especialistas en las grandes maniobras defraudadoras o irregulares de alta complicación.

Ya entonces encontraba temas de este tipo en la prensa, incluidos en las secciones de Política, Sociedad y Economía. Esto no ha cambiado, y creo que ya va siendo hora de que los periódicos se den cuenta de la importancia que han adquirido esas informaciones, que eviten la dispersión y que abran una sección nueva bajo el título deCorrupción, como hay Cultura, Deportes, Economía... La secciónCorrupcióntendría la ventaja de interesar a los expertos en filigranas de operaciones, que sabrían dónde encontrar todo lo que puede serles útil.

Por otro lado, los lectores ineptos o fatigados por esas materias ya sabríamos, de entrada, qué páginas tendríamos que saltarnos. Las descartaríamos en bloque, no iríamos encontrándonos en cada página del periódico con uno de aquellos escándalos que para los profanos son tan difíciles de entender. El pez corrompido huele mal, y no debería circular por todo el diario.

Se explica esta anécdota del escritorMark Twain: el humorista tuvo la idea de mandar una carta a las 12 personalidades más importantes de una pequeña población de Estados Unidos. Las 12 cartas eran iguales, y solo decían esto: «Huid. ¡Se ha descubierto todo!»

Dicen que, antes de una hora, las 12 personalidades habían abandonado el pueblo a toda prisa. Seguro que todas ellas tendrían algún pecado que esconder.

Aquí, esto no va a ocurrir. Los corruptos tienen mucha experiencia y mucho aplomo. A veces dan la cara con orgullo. Solo se asustarían los infelices y modestos corruptillos.