Rohinyás: la población más perseguida del mundo

La discriminación de los rohinyás en Birmania es consecuencia de los años de represión de la Junta Militar que dejó a esta comunidad musulmana sin ciudadanía ni derechos

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Rafael Vilasanjuan

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El infierno existe. En un mapa de escalas imposibles el descenso a un abismo en llamas va pasando por diferentes grados de sufrimiento desde Afganistán a Siria o Somalia hasta llegar a lo mas profundo en Myanmar, antigua Birmania, donde vive la población más perseguida del mundo: los rohinyás.

La tensión entre esta minoría musulmana en un país budista es de hace siglos, pero el conflicto actual arranca con la Junta Militar birmana que gobernó con mano de hierro el país y que en los ochenta promulgó una ley, por la que de la noche a la mañana dejaba a todos los Rohinyás sin ciudadanía ni derechos. Mas de un millón de personas sin Estado, confinadas a vivir y morir en zonas de internamiento en su propio país: un infierno en vida.

Democracia tutelada

Ni el regreso a una democracia tutelada, liderada por la Premio Nobel de la Paz, Aung San Su Ki, ha conseguido frenar las llamas de ese fuego infinito. Más bien al contrario. Con miedo a reconocerles, el Gobierno piensa que inmediatamente se organizarían para desintegrar el país solicitando la autonomía de la provincia donde son mayoría. De ahí que el Ejército tenga mano libre para acosar a los Rohinyás, especialmente a mujeres y jóvenes. A las primeras abortando con violencia sus embarazos o mediante abusos sexuales para humillarlas y que huyan del país. A los jóvenes porque condenados a infierno de por vida representan una amenaza de radicalización.

Quemando sus casas y acosando a la población, el pasado verano llegaron a expulsar a casi un tercio de la comunidad a la vecina Bangladés. Una limpieza étnica del Ejército y milicias que utilizan su apoyo y actúan con total impunidad. Como consecuencia de la presión internacional el Ejército de Myanmar ya figura en las listas negras de la ONU y los primeros juicios a militares han acabado en condenas por violación sistemática y asesinatos. Pero ningún militar ha entrado en la cárcel mientas continúa el descenso al abismo de los Rohinyás condenados a toda una vida en el infierno.