La rueda

Una mentira repetida mil veces

ANTÓN LOSADA

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Más de una década después, ahí siguen, impasible el ademán. Hemos dedicado buena parte del aniversario de los horrores del 11-M a intentar demostrar a los conspiranoicos que se equivocaban, que no había conspiración alguna para echar al PP, que no fue ETA y que la verdad judicial se parece mucho a la verdad. Una vez más, en vano.

Pedir que se disculpen sería demandarles un acto heroico, justifican algunos. Pobrecitos, todos nos equivocamos, se compadecen otros. Obraban de buena fe pero mal informados, explican muchos. Los conspiranoicos seguramente sonreirán por dentro, enternecidos ante tanta inocencia mientras preparan su próxima homilía sobre «oscuros objetivos de poder», una nueva declaración dando a entender que falta por saber toda la verdad o la siguiente portada con revelaciones exclusivas de algún implicado pagadas a euro por palabra.

Algún día, en lugar de perder el tiempo intentando redimir a gente que ni se equivoca ni está desinformada sino que sabía lo que hacía cuando pretendió engañarnos y manipularnos, dedicaremos nuestros esfuerzos a recordar -para no olvidarlo- que en España teníamos un Gobierno y un presidente que pusieron todos los medios del Estado al servicio de la mentira para conservar el poder por cualquier medio necesario, que muchos periodistas y medios actuaron como secuaces mientras señalaban con el dedo a quienes ejercían su profesión con decencia, o que no pocos callaron y otorgaron como lo continúan haciendo aún ahora

Si existió alguna conspiración, se planeó desde la Moncloa y fracasó. Esa es la historia. El propagandista nazi Joseph Goebbels se equivocó. Una mentira repetida mil veces no acaba siendo necesariamente verdad. Normalmente querer creérsela deviene una condición necesaria.