EL AMFITEATRO

Una Iphigenia jibarizada

La recuperación fallida de una zarzuela barroca de José de Nebra

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ROSA MASSAGUÉ

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En un país que inventó la zarzuela, la desidia con la que se ha tratado los orígenes del género clama al cielo. La propuesta del Teatro de la Zarzuela de representar la obra barroca de José de Nebra, 'Iphigenia en Tracia', estrenada en 1747, podía saldar la deuda, pero no ha sido así. Vaya por delante que la música del compositor aragonés es una pura delicia para el oído. Es rica, viva, tiene todos los elementos que conforman el arte musical del buen barroco, y no está muy lejos de la ópera. Sin embargo, la propuesta que firman Pablo Viar, en la dirección escénica, y Francesc Prat, en la musical, resulta en una 'Iphigenia' jibarizada y sin mucho lustre.

La zarzuela narra un episodio bien conocido de la sangrienta tragedia de los atridas que ha interesado a compositores y dramaturgos tan distintos como Gluck, Scarlatti, Racine o Goethe. Tras haber escapado a la muerte en Áulide, Iphigenia llega a Tracia (en realidad debería llegar a Táuride, pero la geografía del libretista Nicolás González Martínez tenía al parecer muchas lagunas). Allí, la hermana de Elektra y de Orestes se convierte en una sacerdotisa que debe sacrificar a los náufragos que llegan a la costa. Está convencida de que su hermano ha muerto, pero éste llega a la fatídica playa con lo que Iphigenia, que ignora que aquel desgraciado recién llegado es Orestes, debe inmolarlo a los dioses.

Cuando ambos se reconocen la sacerdotisa implora al rey Toante la salvación del hermano y la zarzuela acaba con esta invocación: "La tirana ley severa, / que con holocaustos fieros, / obsequiar la deidad quiere, comete crueldad, no obsequio", una idea que ya aparece en el título completo de la zarzuela ('Para obsequio a la deidad, nunca es culto la crueldad'), claramente inspirada en la Ilustración.

ELIMINADOS // En la zarzuela hay nueve personajes, cuatro de ellos son interpretados por actores que solo declaman, y cinco que cantan y declaman. De Nebra la dividió en dos jornadas. En la propuesta de Viar han desaparecido las partes habladas y con ello, todos los personajes que no cantan dejando solo a las cinco voces, lo que genera confusión en algunos momentos, especialmente cuando el libreto se refiere a los excluidos, y desequilibra la relevancia de los personajes. Si la obra ha sido mutilada, por el contrario, se le han añadido unos breves fragmentos de Eurípides y Goethe pronunciados por una voz en off.

También se presentan las dos jornadas seguidas sin interrupción, con una duración total de una escasa hora y media, y se han eliminado los 'da capo' de las arias, es decir, la repetición concluyente de la pieza que en este caso, al no cerrarse, queda como en suspenso. Lo que sí respeta es la presencia en el escenario de solo mujeres aunque interpreten papeles masculinos, según los modos del momento en que fue compuesta esta zarzuela.

Viar ha sido ayudante del director de escena Robert Wilson y la influencia del estadounidense es evidente en el hieratismo, en el distanciamiento de los cantantes, en sus movimientos lentos y solemnes, con la excepción de la pareja cómica formada por Mochila y Cofieta.

Este planteamiento se acompaña de una escenografía mínima --¿o será minimalista?-- y poco inspirada que firma Frederic Amat. En la primera parte, unos tubos cónicos que descienden para llenar el escenario a modo de columnas que pueden ser soporte sólido cuando están en posición vertical, o indicar una zozobra cuando se inclinan. En la segunda parte o jornada, ya sin las columnas, hay básicamente unos brochazos de pintura sobre el lienzo del fondo del escenario y un arco de forma irregular que representa la puerta de Orestes. Contrastan con esta sobriedad el vestuario muy colorista e imaginativo de Gabriela Salaverri y la iluminación de Albert Faura.

LOS CÓDIGOS DEL BARROCO // La música barroca tiene unos códigos propios y requiere una técnica interpretativa adecuada. Vocalmente, era evidente la diferencia entre quien ha dedicado parte de su carrera a esta música y quien no. María Bayo que interpreta el papel protagonista de Iphigenia ha tenido en su dilatada carrera momentos mejores que el actual, pero su conocimiento de este tipo de música y los recursos que posee, además de gran presencia escénica, le permiten hacer una Iphigenia potente.

La mezzosoprano Lidia Vinyes-Curtis se ha especializado en música antigua. Su papel cómico de Cofieta que incluye un recitativo y aria que son una perla arrancó los aplausos de un público que hasta entonces se había movido en el terreno de la frialdad. La soprano Erika Escribá-Astaburuaga (Polidoro) también ofreció una interpretación ajustada a la música de Nebra. El reparto se completa con Auxiliadora Toledano (Orestes), Ruth González (Dircea) y Mireia Pintó (Mochila). 

A la Orquesta de la Comunidad de Madrid que es la titular del Teatro de la Zarzuela, también le falta un bagaje barroco y la dirección de Prat resultó en una interpretación plana y con un volumen excesivo, aunque cabe destacar el bajo continuo de Aarón Zapico, al clave, y de Amat Santacana, al violonchelo.

Es una lástima que un trabajo de recuperación del patrimonio musical de la zarzuela del siglo XVIII que sobre el papel prometía tanto, haya quedado en un quiero y no puedo, además de seriamente mutilado. Sin embargo, hay el consuelo de una grabación en CD de esta obra de Nebra, realizada en el 2011 por El Concierto Español, dirigido por Emilio Moreno, con Marta Almajano y Raquel Andueza, entre otras voces.

EXPOSICIÓN EN EL MUSEO THYSSEN // Coincidiendo con la representación de esta zarzuela, el Museo Thyssen-Bornemisza presenta una pequeña exposición dedicada a la obra escénica de Frederic Amat con una serie de objetos, notas, apuntes, croquis, fotografías y vídeos sobre nueve trabajos del artista para el teatro. El recorrido empieza con 'El público', de Federico García Lorca, estrenada en el Piccolo Teatro Studio de Milán, en los años 80 y acaba tres décadas después, en esta 'Iphigenia en Tracia'. Entre una y otra se observa un proceso de depuración radical de elementos, desde la riqueza y el colorido en la obra lorquiana, a unos simples dibujos en negro sobre blanco para la zarzuela de Nebra.

Zarzuela vista el 19 de noviembre.      

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