El órdago independentista

Una filigrana mágica

La ley del referéndum no es el anuncio de un estado general de desobediencia sino la proclamación de una desobediencia selectiva, dirigida por JxS y CUP

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JORDI MERCADER

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La ley del referéndum de autodeterminación de Catalunya no será una ley cualquiera, será excepcional, sin rival jerárquico, no habrá Constitución ni Estatuto que la tosan, se apalancará en el derecho internacional y en la ONU, convirtiendo al Parlament en el depositario de la soberanía del pueblo catalán. Casi nada, teniendo en cuenta que podrá ser aprobada sin necesidad de mayoría cualificada y pretende abrir la puerta a una declaración unilateral de independencia. Jordi Turull ya lo advirtió: es un trabajo de 'punta de coixí'. Una filigrana que será estudiada en las facultades de Derecho de todo el mundo, si triunfa.

La filigrana político-jurídica de JxS y la CUP  JxS y la CUP es de resultados espléndidos para sus intereses, casi mágica. Descansa en diversas argumentaciones muy elaboradas. La primera es un auténtico circulo prodigioso: lo que pretendemos ser (un Estado soberano), en realidad ya lo somos (según el texto presentado ayer, el Parlament asume la plena soberanía popular, lo propio de un Estado), entonces lo vamos a hacer (ejercitar la autodeterminación) porque podemos (somos un sujeto político soberano en cuanto se apruebe la ley) y como la Constitución no nos lo reconoce, la desobedecemos. Impecable, a la espera del pronunciamiento del Tribunal Constitucional. 

La segunda es más práctica: el Estado español está obligado por el artículo 10.2 de la Constitución a respetar los tratados internacionales firmados, especialmente los que reconocen el derecho a la autodeterminación de los pueblos, por eso debe aceptar el referéndum unilateral convocado gracias a una ley que contradice a la Constitución. Algo así como: el único articulo vigente de la Carta Magna, tras la aprobación de la ley de referéndum que todo lo puede, será el 10.2. No está mal, aunque tal vez no proceda.

DESOBEDIENCIA SELECTIVA

Gabriela Serra, la diputada de la CUP, describió de forma precisa la ley del referéndum: será un acto de desobediencia. Una ley nacida de la desobediencia que exige obediencia en lo que afecte a la organización de la consulta a todas las autoridades públicas catalanas, a los ayuntamientos y a los ciudadanos que vayan a ser designados por sorteo como presidentes de mesa electoral. No es pues el anuncio de un estado general de desobediencia sino la proclamación de una desobediencia selectiva, dirigida por JxS y la CUP.

Toda la excepcionalidad jurídica atribuida a la ley presentada ayer en sociedad en sesiones televisadas de mañana y tarde se explica por la necesidad de justificar su carácter vinculante, huyendo de cualquier malintencionada comparación con el 9-N. La nueva legitimidad atribuida al Parlament en cuanto se apruebe esta legislación no deja lugar a dudas: será vinculante porque somos soberanos y de ganar el 'sí' se procederá a proclamar la independencia. De todas maneras, la diputada Serra lo sintetizó todavía más: "Será vinculante porque será un acto decisivo y será un acto decisivo porque será vinculante". El circunloquio político practicado por Oriol Junqueras está haciendo escuela.