Editorial

Una estafa multimillonaria

Es difícil imaginar que los inversores, grandes y pequeños, confiaran en un hombre como Antoni Mas, desde hacía años bajo la lupa de la justicia

Antoni Mas Samora

Antoni Mas Samora / periodico

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Impactan las cifras que se mueven en el caso de estafa de Antoni Mas, bautizado como el Madoff catalán en referencia al famoso caso del inversor estadounidense. Son ciertamente muy respetables: al menos 200 millones de euros depositados en manos de un promotor que a su vez era dueño de varias empresas de publicidad y de organización de conciertos. De entrada, uno de los aspectos más llamativos del caso es que empresas y particulares pusieran en manos de Mas cifras desorbitadas (en un caso, de hasta 40 millones de euros) con la promesa de recibir unos intereses fuera de mercado como retorno de su inversión. Cómo es posible que los inversores, grandes y pequeños, confiaran en un hombre como Mas, desde hacía años bajo la lupa de la justicia y con una experiencia profesional alejada de las altas finanzas, es una de las incógnitas que debe resolver una investigación que promete ser muy compleja.

Como desvela hoy EL PERIÓDICO, Mas no es un tiburón de las finanzas. A través de intermediarios, logró convencer a personas con buena posición económica o grupos empresariales para que invirtieran con él en la compra de espacios publicitarios que aparentemente habían sido ya vendidos a grandes compañías. El esquema que puso en marcha –un auténtico carrusel de facturas falsas– combina aspectos muy rudimentarios con otros de una alta sofisticación. Él mismo confesó ante los Mossos cuando temió por su integridad física. De la estafa piramidal de Mas solo hemos visto la punta.