EL CONFLICTO CATALÁN
Una carta para reflexionar
¿De verdad no hay un montón de catalanes avergonzados por todo este follón? ¡Pues que salgan y lo digan! Yo sí estoy avergonzado
Carles Francino
Periodista
Carles Francino
Hace tiempo que decidí no practicar un seguimiento diario, ni escrupuloso ni exhaustivo de todo lo que genera el mal llamado conflicto catalán; pero detenerse de vez en cuando para ver el paisaje puede no estar mal.
Hoy he recibido una carta de Jordi Cuixart, el que fuera presidente de Ómnium Cultural, uno de los líderes independentistas que lleva seis meses en prisión preventiva. Es una carta cargada de buenas intenciones, de reflexión, de autocrítica también cuando dice "seguro que no hay unos más culpables que otros pero todos somos responsables"; cuenta también que a partir de conversaciones con otros reclusos, con funcionarios, con personas que le visitan, le queda claro que -dice- "todos nos hemos explicado muy mal".
Creo que ese sería un buen punto de partida para intentar recoser los costurones que dentro y fuera de Catalunya nos está dejando todo este lío. Creo también que ese partido se juega en tres campos: el político, desde luego, pero también el judicial y -evidentemente- el civil. Y creo que en cualquiera de los tres terrenos nos vendría bien ese ejercicio de sinceridad que propone el preso Cuixart, alguien que a mi entender, por cierto -lo repito una vez más- no debería estar entre rejas. Ni él, ni los otros.
Pero vayamos primero al terreno político; cuando hablo de sinceridad, ¿por qué la gente de Esquerra Republicana, o no de Esquerra Republicana, la gente que en Catalunya en privado abomina de esa especie de dúo dinámico que conforman Torra y Puigdemont no lo dicen en público? ¿Y por qué han hecho 'president' a alguien como Torra que insulta a los españoles por el mero hecho de serlo? ¿Como mal menor? ¿Para que no les llamen traidores? Vale; aceptemos pulpo como animal de compañía, pero a mí no me sirve.
La desmesura en la justicia
Segundo terreno: el judicial, donde por cierto la imagen de España empieza ya a rozar el ridículo, con reveses en Alemania, en Escocia y ahora en Bélgica; y veremos qué dice en el futuro el Tribunal de Derechos Humanos. Pero, ¿alguien reconocerá que tal vez la respuesta, con prisiones preventivas y todo eso, igual ha sido un tanto exagerada? ¡Claro que se han cometido ilegalidades en Catalunya, claro que hay que juzgarlas! Pero hombre, un poco de por favor, ¿no? La justicia es justicia cuando es proporcional, no cuando huele a desmesura.
Y por último, en el terreno civil: ¿De verdad no hay un montón de catalanes avergonzados por todo este follón? ¿Y preocupados por la tensión, por las coacciones, que las hay? ¡Pues que salgan y lo digan! Yo sí estoy avergonzado. Y preocupado porque se invoque constantemente el delito de odio, porque el otro día casi lleguen a las manos partidarios y detractores del 155, y porque ya incluso alguien hable ¡en la radio! de bombardear Barcelona.
No sé, estos días se apela mucho al diálogo, ignoro si desde el convencimiento o desde la estrategia, pero antes de eso habría que llamar a las cosas por su nombre. Porque si no conseguimos ponernos de acuerdo ni en el significado de las palabras… Apaga y vámonos.
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