La lucha por los derechos sociales

Una Barcelona desigual

La ciudadanía tiene su parte de responsabilidad en el ambicioso proyecto colectivo de unas políticas sociales más inclusivas

Ola de frío y pobreza 8Un hombre duerme en la calle, en pleno paseo de Gràcia, ayer.

Ola de frío y pobreza 8Un hombre duerme en la calle, en pleno paseo de Gràcia, ayer.

Teresa Crespo

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Según algunos economistas y políticos nos encontramos en una etapa poscrisis de claro crecimiento económico. Lo justifican con cifras macroeconómicas que desde una perspectiva social son bastante dudosas, ya que hay variables que muestran claramente que las desigualdades entre ricos y pobres crecen: mientras unos gozan cada día de un mayor bienestar, otros están sumergidos en una pobreza que no pueden superar.

Barcelona, como el resto de grandes ciudades europeas, está sufriendo este proceso indeseado y hoy nos encontramos con una ciudad dual, fragmentada y segregadora. El actual modelo socioeconómico nos ha llevado a estas grandes desigualdades: debilitamiento de la equidad, graves problemas de vivienda que hacen la ciudad menos habitable y acogedora, déficits en el acceso igualitario a la educación y la cultura… Hay importantes diferencias en las rentas del trabajo o del patrimonio que hacen muy difícil que algunos puedan vivir dignamente en Barcelona, donde los derechos sociales ya no son iguales para toda la ciudadanía.

Metas de largo recorrido

Esta realidad ha llevado al Ayuntamiento, junto con entidades sociales, a diseñar nuevas políticas sociales más inclusivas y que superen la acción paliativa, actuando sobre las causas estructurales de las desigualdades. Se trata de una estrategia con metas de largo recorrido, a alcanzar en 10 años, con el objetivo principal de generar un impacto que modifique el modelo de ciudad. Nos hemos de felicitar porque este proyecto ha salido adelante con el consenso de todos los partidos políticos que, conscientes de la gravedad del momento, han asumido la responsabilidad de llevar a cabo esta estrategia de inclusión para reducir las desigualdades sociales.

Destaco brevemente los 12 hitos que pretenden cambiar la vida en nuestra ciudad. Se propone reducir el número de hogares que destinan más del 40% de su renta anual a gastos de la vivienda o no pueden mantener su hogar a la temperatura adecuada; revertir la dinámica de crecimiento de las desigualdades de renta entre barrios; reducir la tasa de pobreza laboral per debajo del 7% (actualmente del 9,8%); disminuir a la mitad la tasa de privación material severa (actualmente del 12,5%) y reducir en nueve puntos la diferencia de tasa de éxito escolar entre distritos (actualmente es del 18,37%).

Un reto para toda la ciudadanía

También se quiere garantizar que ningún ciudadano deba ocuparse en solitario de una persona mayor o discapacitada con necesidad de cuidados; reducir el sufrimiento psicológico (del 18,5% al 13,9%); reducir el porcentaje de personas que no pueden hablar con alguien de sus problemas personales o familiares (del 8,8% al 7,04%); aumentar la esperanza de vida y disminuir las diferencias según la renta familiar disponible; reducir el número de personas que sufren problemas de convivencia en su barrio y, finalmente, incrementar el número de personas con discapacidad y diversidad funcional que se benefician de programas para la autonomía personal y la vida independiente.

Se trata de un gran reto en el que toda la ciudadanía tiene su parte de responsabilidad y es conveniente darlo a conocer para conseguir la conciencia necesaria que convierta en realidad este ambicioso proyecto colectivo. Difundirlo también conlleva un compromiso del gobierno de la ciudad ante la ciudadanía –del actual y de los que vendrán— y obliga a que el proceso que hoy se inicia sea asumido durante los próximos 10 años, dotándolo de los recursos humanos y económicos necesarios para que en 2027 podamos celebrar su cumplimiento. Celebraremos entonces que se ha primado el bienestar de la ciudadanía por encima de intereses partidistas y que Barcelona goza de un nuevo modelo de ciudad donde la equidad es una realidad palpable y evidente en la cotidianidad de todas las mujeres y hombres.