EN CLAVE EUROPEA

La UE ignora el malestar social

Un inmigrante trata de aferrarse a un camión que se dirige a un ferry en la ciudad francesa de Ouistreham con la esperanza de llegar al Reino Unido.

Un inmigrante trata de aferrarse a un camión que se dirige a un ferry en la ciudad francesa de Ouistreham con la esperanza de llegar al Reino Unido. / .45015134

Eliseo Oliveras

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El debate sobre el Estado de la Unión Europea (UE) esta semana en el Parlamento Europeo ha vuelto a evidenciar que la Comisión Europea sigue ignorando el profundo malestar ciudadano existente a causa de la creciente desigualdad social, precariedad laboral, injusticia tributaria deterioro de los servicios y prestaciones públicas. Esa ceguera es compartida por la mayoría de los gobiernos de la UE que atribuyen el auge del populismo ultraderechista al descontento por la mala gestión de la crisis migratoria para no admitir la responsabilidad central en ese malestar de sus políticas económicas neoliberales y de austeridadMientras los partidos tradicionales europeos sigan aplicando el mismo neoliberalismo antisocial, el populismo ultraderechista tendrá un futuro prometedor, advierte el economista Thomas Piketty.

Los efectos de esas políticas han empeorado las condiciones de vida y las expectativas de un porcentaje cada vez mayor de la población y el descontento está castigado a los partidos tradicionales conservadores y socialdemócratas en favor de populismos ultraderechistas y, en menor medida, de la izquierda, como muestran las elecciones en Holanda, Bulgaria, Francia, Alemania, Austria, República Checa, Eslovenia y ahora Suecia.

La ultraderecha combina la agenda antiinmigración euroescéptica de sus dirigentes con una retórica social y la denuncia de la hipocresía de las élites que atrae al ciudadano descontento. El euroescepticismo y la ultraderecha, marginales hace 25 años, seguirán arraigando mientras la UE no demuestre en la práctica a las clases populares que es la más apta para defenderlas, aplicando una verdadera política de reactivación, de lucha contra la desigualdad y de justicia tributaria.

Precariedad

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, presentó ante la Eurocámara una imagen triunfal de la economía en la UE, olvidando que gran parte de los 12 millones de nuevos empleos creados desde el 2014 son precarios y con bajos salarios. Juncker destacó que la UE lleva 21 trimestres de crecimiento ininterrumpido, pero omitió que, pese a ello, los europeos en riesgo de pobreza son el 23,5% de la población (26,6% en España, 28,9% en Italia y 19,7% en Alemania) y que las personas con empleo e ingresos por debajo del nivel de pobreza son el 9,8% del total de ocupados (13,1% en España, 12,2% en Italia y 9,5% en Alemania), según Eurostat.

Al margen de unas escasas referencias a promover "la dimensión social" de Europa, en el discurso de Juncker no hay ninguna propuesta concreta para luchar contra la desigualdad y no se menciona ningún desarrollo efectivo del Pilar Social Europeo, anunciado en la cumbre de Gotemburgo de noviembre del 2017.

Juncker propone resolver los problemas ligados a la inmigración mediante medidas policiales de control de las fronteras de la UE y en iniciativas poco realizables en la práctica (centros de internamiento de inmigrantes en la UE, centros de desembarco en el norte de África y en la rápida expulsión de los inmigrantes irregulares).

Integración

En las propuestas de Juncker, brilla por su ausencia la cuestión crucial de la integración de los inmigrantes que ya se encuentran en la UE, quizá porque para que esa política tenga éxito y desactive los temores que fomenta la ultraderecha requiere una inversión considerable de fondos públicos, incompatible con la política de austeridad y de bajos impuestos para las grandes empresas y las personas con mayores ingresos.

El populismo ultraderechista puede alimentar el rechazo al inmigrante debido al deterioro de los servicios públicos que se ha producido en las zonas con mayor concentración migratoria, como revelaron las quejas de los votantes en Holanda, Francia, Alemania y ahora Suecia. Los gobiernos no sólo no aumentaron los profesores, los médicos, las viviendas y la asistencia social para hacer frente a una mayor población, sino que los recortaron.

El aumento de la delincuencia, que solo en parte es atribuible a extranjeros, es otro reclamo electoral populista, como muestran los comicios, y se ve favorecido por el recorte de los efectivos policiales, su escasa presencia en los barrios populares y el desinterés de unos políticos que viven en zonas privilegiadas.

El tercer factor que da alas al discurso antiinmigración de la ultraderecha, y que la UE tampoco aborda, es el desarrollo de comunidades islamistas que rechazan de forma militante los valores, la sociedad y el modo de vida europeo. La proliferación de enclaves étnico-religiosos fomenta el deseo de la población autóctona a defender con ahínco su identidad cultural nacional y tiende a alinear a los votantes de las zonas más afectados con los populistas, señala el sociólogo Wolfgang Streeck.