Al contrataque

El turismo es el petróleo

JULIA OTERO

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El turismo es el petróleo, estúpidos. La principal fuente de riqueza en España, y muy en particular en Canarias y Baleares, son las ingentes cifras de visitantes extranjeros que vienen en busca de playas, sol, paella y tranquilidad. Lo último que esperan es encontrarse una prospección petrolífera, y no digamos un accidente que llene las aguas de chapapote. Eso sin pensar en el ecosistema, la fauna marina o la vida comprometida de cada vez más especies. El asunto medioambiental les parece de moñas -ya se sabe-, pero resulta estremecedor que tampoco les impresione lo más mínimo poner en riesgo la primera de las aportaciones al PIB nacional, la que dejan en las islas los millones de turistas que vienen a despanzurrarse cada año en la arena patria.

De nada ha servido que parlamentos autonómicos, grandes empresas hoteleras, científicos, ayuntamientos de todos los partidos, organizaciones internacionales y el sentido común hayan implorado al Gobierno que pare las prospecciones petrolíferas frente a las costas balear y canaria. Se ve que todos están equivocados, a diferencia de Cañete y del ministro Soria, firmes partidarios de perforar lo que haga falta en busca de un yacimiento incierto que nadie cree que, de existir, saque de pobre a nadie.

El miércoles, el expresidente socialista balear Francesc Antich presentó en el Senado la petición de que fueran suspendidas las perforaciones. Su adversario y sucesor en el cargo, José Ramón Bauzá, dio una lección de coraje y coherencia política al unirse a esa moción, y por ello cuatro de los cinco senadores populares del archipiélago rompieron la disciplina de voto del PP y votaron a favor de su comunidad, con los socialistas y los nacionalistas canarios. Solo una senadora por Menorca optó por la disciplina de Génova en lugar de votar con los suyos. A ella ya le ha recordado Bauzá que «deberá dar explicaciones a los menorquines».

Contra viento y marea

No es, pues, un tema de partido sino de sentido común. Fue ZP quien autorizó esos proyectos y es Rajoy ahora el que se empeña en seguir contra viento y marea pese a la rotunda unanimidad con la que instituciones públicas -la mayoría en manos populares-, empresarios y sociedad civil han dicho no a las malditas perforaciones en entornos naturales privilegiados. Las costas de Eivissa, Lanzarote y Fuerteventura serán taladradas como que el ministro del ramo se llama Soria.

La petrolera escocesa autorizada a actuar en las costas mediterráneas es Cairn Energy, la misma que tuvo que abandonar idénticas intenciones en el Ártico después de mucha lucha de Greenpeace y de que los científicos demostrasen el riesgo severo que corría el ecosistema. En el Atlántico, en Canarias, la encargada de hacerlo es Repsol, ya saben, Brufau, Fainé… Grandes hombres que comen en la Moncloa con el presidente y le dicen, como Botín, «lo bien que lo está haciendo». Todos buscan petróleo.