Al contrataque

El túnel

En la construcción de obras públicas e infraestructuras, los grandes parecen trabajar sin riesgo

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MANEL FUENTES

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Dicen que la historia se repite. No lo sé. Lo que sí sé es que muchas de las noticias que nos escandalizan, sí. Es decir, que ante un despropósito muchos ponemos el grito en el cielo, pero las reglas que lo han hecho posible siguen intactas.

Cuando las indemnizaciones por el caso Castor todavía queman y sirven de argumentario parlamentario; cuando algunos aún recordamos el rescate de las autopistas radiales de Madrid, acabamos de saber que el Gobierno español y el francés indemnizarán a la constructora que en su día hizo el<strong> túnel de El Pertús</strong> ya que hoy está en riesgo de quiebra. Por si algún incauto aún no sabe de qué va esto, se lo resumo. En la construcción de obras públicas e infraestructuras, los grandes parecen trabajar sin riesgo. La Administración de turno abre un concurso. Se presentan los que cumplen los requisitos, pero ganan los de siempre. El presupuesto inicial suele ser ajustado y competitivo, pero una vez adjudicado el proyecto surgen las desviaciones, que siempre pagan… los contribuyentes. Nosotros. Y además, están las cláusulas. Si no hay suficiente tráfico en una autopista, pagamos nosotros; si la empresa puede quebrar porque el negocio no funciona, al parecer también.

La cosa se ha sofisticado en los últimos tiempos, y si antes las infraestructuras realizadas tenían un propósito social inmediato, ya que solucionaban un problema que la ciudadanía reclamaba, ahora hablamos de autopistas radiales sin ningún tráfico, o de plataformas perforadoras adjudicadas sin consenso ni balance de riesgos para la población. ¿Por qué actúan así nuestros políticos? Un misterio. El caso es que algunos de ellos luego obtienen recompensas en forma de contratos para grandes empresas cuando dejan los cargos, y tampoco reciben un linchamiento democrático (ni de ningún otro tipo) por parte de los votantes.

El riesgo es del contribuyente

Si no pagas por algo es que el producto eres tú. Es una frase manida y reveladora a la vez, que hoy explica por qué tener una cuenta de e-mail o bajarte determinadas aplicaciones no cuesta dinero: ellos se quedan con tus datos. Tú formas parte de ellos… y a cambio ellos te dan un juguete. Pues bien, en el árbol genealógico de las frases su hermana sería: si en un negocio la otra parte trabaja sin riesgo, es que lo asumes todo tú. Firman nuestros representantes. Ejecutan los afortunados constructores. Si va bien, ellos se llevan su beneficio. Si va mal, solo pagamos nosotros. Es un truco infalible por más que nos lo hagan cien veces ante nuestras narices. La bolsa de las pensiones languidece. La sanidad está en el punto de mira. Desilusión y descreimiento por las falsas promesas y los sueños rotos. Elecciones sin resultados para la gente. El riesgo del hartazgo total parece que sus señorías creen que no existe. Y ahora esto. Sin actividad. En quiebra. Ya nos han hecho el túnel en el que estamos.