Al contrataque
El tuit de Paracelso
Sílvia Cóppulo
Periodista y psicóloga.
Licenciada en Psicología y Doctora en Comunicación. Profesora de Comunicación en la Universitat de Barcelona
SÍLVIA CÓPPULO
Teresa se sentó en el avión de vuelta a casa después de haber viajado con unos amigos a Islandia y se sintió abatida. ¿Quizá porque las vacaciones se habían acabado y solo le quedaba volver a la rutina diaria, o había algo más? Había tomado las mejores fotografías de glaciares impenetrables, icebergs imponentes, ballenas y delfines que saltaban juguetones en el mar, columnas de humo y fuego que brotaban de la tierra, saltos de agua chispeantes e inmensos como cataratas, esas ovejas grandotas por doquier y ella misma conduciendo una maravillosa moto de nieve.
Lo había cazado todo sin tiempo prácticamente de hablar con nadie, el ojo permanentemente tras el 'smartphone'. Al instante compartía las fotos con sus amistades a través de Instagram, las colocaba en el 'whats' familiar, los comentarios breves en Twitter y, por las noches en el hotel, su facebook rebosaba de nuevos 'posts'. No era una avanzada en tecnología, pero tampoco se quedaba rezagada. ¿Así, pues, por qué ahora, en la fila 12, asiento C, no era capaz de identificar qué la había sumido en una tristeza sin sentido? Por supuesto que había vivido intensamente sus vacaciones. Al fin y al cabo, ¿qué son las vacaciones si no las puedes contar y compartir?
El sociólogo Zygmunt Bauman llama comunidades de guardarropía y de quita y pon a buena parte de los grupos que habitamos, tan intrascendentes y efímeros como el tiempo que les dedicamos. Claro que en esas nuevas comunidades, mediadas por la tecnología, vertemos los mismos deseos, afectos y esperanzas que anteriormente colocábamos en grupos más cohesionados. Pero tenemos suerte, porque las nuevas nos proporcionan sentido de pertenencia e identidad rápidamente, aunque sean intangibles y menos fuertes que las antiguas.
AUTONOMÍA Y LIBERTAD
Y es que, aunque las comunidades virtuales son tan líquidas como esa modernidad definida por el sociólogo, pueden ser muy positivas, y, como afirma el psicólogo Manuel Armayones, especialista en redes y seres humanos, pueden contribuir a hacernos más personas. Personas que deben decidir y elegir, porque está en juego nuestra autonomía y libertad.
¿A que suena bien saber cuánto tiempo vacacional tendríamos que verter en las redes? En cuanto notes que te atrapa una incipiente adicción -me dicen- hay que soltar el aparejo y mirar a tu alrededor. ¡Ah, qué difícil cuando los dedos vuelan despiertos abriendo y cerrando 'apps'! Me voy de vacaciones con cinco dispositivos electrónicos en el bolso y un mar de dudas en la cabeza. Me veo volviendo a Paracelso, el médico alquimista, que en el siglo XVI grabó en letras de oro su máxima: «No existen los venenos ni los remedios. Existen las dosis». ¿O era un tuit? ¿Lo compartimos? ¡Felices vacaciones!
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