APUNTES

Tres palabras sobre Alfredo Landa

JOSEP MARIA POU

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El destino se divierte, nos trae y nos lleva, nos marea condejà vuy extrañas premoniciones. El miércoles leía yo el dato de que la emigración española a Alemania alcanzaba los niveles de los años setenta: a lo largo del 2012 casi 30.000 españoles habían emprendido el mismo camino que padres y abuelos en tiempos que dábamos por pasados. Y, lógicamente, como a otros muchos (algún periódico la utilizó, incluso, para encabezar su editorial) me vino a la cabeza aquella frase, «¡Vente a Alemania, Pepe!», título de una película que es más que una película porque es acta notarial de un tiempo y de un país. Y al hilo de la frase se me apareció, lógico, el rostro deAlfredo Landa, notario de esa y otras actas similares (parecían películas, pero eran actas levantadas a golpe de carcajada).

Enseguida pensé «¿Cómo estaráAlfredo? No sé nada de él desde hace tiempo. Seguro que está avanzando en su recuperación. Llamaré aMarcos (Marcos Ordóñez, autor deAlfredo el Grande, vida de un cómico», libro genial, que recoge meses y meses de conversaciones con el actor) para que me cuente» No me dio tiempo. Cuarenta y ocho horas más tardeAlfredo Landa moría calladamente, pudorosamente, silenciosamente. Casualidad, por supuesto. Pero no me digan que no es para pensar que alguien o algo quiso traerlo a primer plano, aunque por camino indirecto, para que la noticia de dos días después no nos cogiera tan desprevenidos.

No sé que decir deAlfredo.Que era un actor. Un actor grande. De la escuela de los grandes. De los más grandes. Un superdotado capaz de hacer creíble lo increíble. Admirable. Sin más método que el de «Sal y hazlo, poniéndole la vida». Me quedo con todo lo suyo, pero especialmente con el empleado de banca deAtraco a las TRES, el inmigrante deNinette y un señor de Murcia, y el pobre paria (¡qué grande, qué alto su «Paco, el bajo») deLos santos inocentes. TRES seres pequeños que él hizo grandes. Junto aJosé Bódaloy Antonio Ferrándiz, con los que empezó en el teatro, conforma mi particular Santísima TRINIDAD de actores de raza. Ganó TRES goyas. Y se quedó con la ilusión de llegar a hacerEl crack TRES.

¿Se han dado cuenta, verdad? El número TRES como constante. Lógico en alguien que se permitió la chulería de nacer un día TRES, del mes TRES, del año TREINTA Y TRES, a las TRES de la tarde. Otra vez el destino jugando y jugando. Y aún me queda sitio para TRES palabras: ¡grande,Alfredo, grande!