Análisis

Todos pendientes de Kim Jong-un

Nunca un dirigente norcoreano estuvo tan solicitado aunque la partida solo ha hecho que empezar y sobre la mesa no están todas las cartas

Mike Pompeo, Kim Jong-un y Donald Trump.

Mike Pompeo, Kim Jong-un y Donald Trump. / HK/

GEORGINA HIGUERAS

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La sola sugerencia de Kim Jong-un de abandonar el armamento nuclear ha desatado enorme expectación y una frenética carrera diplomática. La revelación de sus encuentros secretos alimenta telediarios y provoca ríos de tinta. Nadie quiere dejar escapar la posibilidad de evitar una confrontación de consecuencias potencialmente aterradoras y todos quieren reunirse con el líder norcoreano para convencerse personalmente de que va en serio.

Después de que nada trascendiera de los tres días pasados en Pekín por Kim Jong-un y su esposa, Ri Sol-ju, hasta que la pareja abandonó China, se ha sabido que el director de la CIA, Mike Pompeose ha paseado por Piongyang para negociar con el otrora aislado dirigente los detalles de la cumbre prevista para finales de mayo o principios de junio entre Kim Jong-un y Donald Trump en un país aún no desvelado.

Según los medios surcoreanos, el anuncio oficial de la voluntad de Piongyang de renunciar a las armas atómicas se realizará durante la reunión prevista para este 27 de abril entre los líderes de las dos Coreas, Kim Jong-un y el liberal Moon Jae-in, que tendrá lugar en la aldea fronteriza de Panmunjom, donde bajo la supervisión de Naciones Unidas se firmó el armisticio de la guerra entre el Norte y el Sur (1950-1953). Desde su llegada al poder, en mayo del 2017, Moon ha sido el principal impulsor de una salida negociada al desafío atómico de su vecino

El régimen norcoreano convirtió la bomba nuclear en su tabla de salvación, la única puerta que podía llevarle a firmar un acuerdo de paz con EEUU, establecer relaciones con su enemigo y dejar de ser un paria internacional. El arriesgado juego de Kim Jong-un, aderezado con todo tipo de pruebas de misiles de corto, medio y largo alcance y una amenazadora verborrea tanto suya como de Trump, habían colocado a la región de Asia-Pacífico en su momento más inestable desde la guerra de Vietnam. Japón, el único país que ha sufrido dos salvajes ataques atómicos, estaba especialmente inquieto desde que dos misiles norcoreanos sobrevolaron con éxito, en agosto y septiembre del 2017,  el territorio japonés hasta caer en el Pacífico. 

Tokio quiere garantías

El primer ministro Shinzo Abe, que el martes viajó a Florida para reunirse con Trump en su residencia privada de Mar-a-lago y hablar sobre todo de Corea del Norte, también está negociando en secreto su entrevista con Kim Jong-un. Tokio quiere tantas garantías como Washington de que ahora no habrá vuelta atrás y se conseguirá el desarme del régimen norcoreano.

La clave de la negociación es qué entienden unos y otros por «desnuclearización». Para EEUU se trata de la renuncia del Norte al armamento atómico, mientras que para Piongyang significa convertir la península en zona libre de armas atómicas y de la presencia militar norteamericana en el Sur (28.500 soldados).

Nunca un líder norcoreano estuvo tan solicitado, pero es evidente que en cada una de estas reuniones se puede ir trazando el camino a la paz en la península coreana. Los más optimistas señalan que en el 2020 podría alcanzarse un acuerdo definitivo, aunque la partida no ha hecho más que empezar y sobre la mesa no están todas las cartas.