Todo lo que no dice el Libro Blanco de la UE

El documento elaborado por Juncker no aborda los focos del creciente descontento ciudadano

Jean-Claude Juncker presenta hoy sus planes para adaptar la UE a los nuevos tiempos.

Jean-Claude Juncker presenta hoy sus planes para adaptar la UE a los nuevos tiempos.

ELISEO OLIVERAS

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El Libro Blanco sobre el Futuro de Europa, presentando esta semana por el presidente de la Comisión Europea, el conservador luxemburgués Jean-Claude Jucnker, está destinado básicamente a los gobiernos europeos y muy poco a sus ciudadanos, pese a que el documento reconoce la preocupante pérdida de apoyo ciudadano que sufre la Unión Europea (UE). El último Eurobarómetro (noviembre del 2016) indica que el porcentaje de europeos que tiene una imagen positiva de la UE ha caído al 35%, 7 puntos menos que en la primavera del 2015 y 17 puntos menos que en el 2007 antes de la crisis. El Eurobarómetro muestra además que el 54% de los europeos cree que su opinión no cuenta en la UE.

Ni el Libro Blanco, ni el discurso de Juncker ante el Parlamento Europeo abordaron los grandes focos del descontento ciudadano con la UE y sus incumplidas promesas de "elevado nivel de empleo y protección social, creciente nivel y calidad de vida y cohesión económica y social", establecidas en el Tratado de Maastricht.

En el documento y en el discurso de Juncker se omiten las referencias a la política de austeridad impuesta por Bruselas y Berlín y a la acumulación de recortes en educación, sanidad, vivienda y protección social que tan negativas consecuencias han tenido. Para la Comisión Europea "no hay alternativa" a la política oficial, el mismo eslogan utilizado por la primera ministra británica Margaret Thatcher para justificar su política neoliberal, que inició la transformación en Europa del Estado del Bienestar de la postguerra al actual Estado de la Austeridad.

NI UNA MENCIÓN A LOS RECORTES

Tampoco hay referencias a los recortes de derechos laborales y sociales, impulsadas por la propia Comisión Europea bajo el nombre de flexibilidad, ni sobre la creciente desigualdad social, precariedad laboral y pérdida de poder adquisitivo y el aumento de la pobreza, como consecuencia de esas políticas económicas y laborales. Esas políticas que tanto han contribuido a alejar a los ciudadanos de la UE y a escuchar los cantos de sirena de los populistas euroescépticos y de la extrema derecha.

Desde el 2000, los ingresos del 20% más privilegiado de la UE han pasado de ser 4,5 veces superiores al del 20% menos favorecido a 5,2 veces en el 2015, según Eurostat. En España, el aumento de la desigualdad es mucho mayor al pasar de 5,4 a 6,9 veces la diferencia de ingresos en 15 años. Incluso en Alemania, se ha subido la desigualdad y los ingresos del 20% más rico es ahora 4,8 veces mayor en lugar de 3,5 veces como era en el 2000.

DESCRÉDITO INSTITUCIONAL

Ni Juncker, ni el Libro Blanco hacen referencia al descrédito institucional por la gestión tecnocrática de la UE, la legislación al dictado de los lobbies empresariales y las constantes puertas giratorias de comisarios y los altos cargos europeos hacia el mundo de los negocios sobre el que han legislado. Precisamente, la Defensora del Pueblo de la UE, Emily O'Reilly, ha abierto esta semana una investigación sobre el Comité de Ética de la Comisión Europea que exoneró de cualquier mala conducta al expresidente de la Comisión José Manuel Durao Barroso por aceptar un empleo millonario en Goldman Schacs, uno de los bancos responsables de la crisis financiera del 2008 y que ayudó al Gobierno conservador griego a ocultar su nivel real de deuda y déficit perjudicando a la UE.

La Comisión Europea, por ejemplo, ha sido acusada recientemente por la comunidad científica y la Endocrine Society de elaborar un reglamento sobre los peligrosos disruptores hormonales a la medida de la industria química, efectuado una definición tan restrictiva que permitirá a las empresas seguir utilizando esas sustancias pese a los graves daños que causan a la salud. El Ejecutivo comunitario basa sus decisiones y normas sobre medicamentos, alimentación, transgénicos, pesticidas y productos químicos peligrosos en estudios de expertos vinculados a las empresas de esos sectores, como denuncian de forma reiterada e infructuosa entidades públicas y organizaciones civiles. Las leyes financieras se elaboran con la "ayuda" de expertos del sector y las normas tributarias se redactan con la "ayuda" de las grandes firmas auditoras, que luego asesoran a sus clientes como eludir el pago de impuestos gracias a los agujeros de esas leyes. 

UNA VIDA PEOR

Pese a que el Libro Blanco reconoce que "existe el riesgo de que la actual generación de jóvenes acabe teniendo unas condiciones de vida peores que sus padres", la Comisión Europea no propone más que insistir en las mismas políticas y en una "modernización significativa" (léase ajuste y recorte) de la protección social para adaptarla a la nueva realidad. Habrá que esperar a final de abril para ver qué propone Juncker sobre la dimensión social y a mayo para conocer qué plantea para corregir los efectos negativos de la globalizacion.