Horizontes

Tiempo de recuperación salarial

En la actualidad, solo quedan las subidas salariales para consolidar la demanda y el crecimiento económico

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Jordi Sevilla

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Los interlocutores sociales están próximos a alcanzar un pacto para que los salarios recuperen poder adquisitivo en España cambiando con ello, de manera positiva, el clima social y económico en nuestro país. Se abriría la posibilidad, además, de reformar bajo el impulso del nuevo Gobierno algunos de los aspectos más nocivos de la reforma laboral del 2012 (la negociación colectiva, por ejemplo). La mejora en las retribuciones de los trabajadores no solo corregirá, en parte, el injusto reparto actual de la recuperación de la economía, sino que dará a esta un impulso decisivo al fortalecer el consumo de las familias, que es el principal motor de nuestro crecimiento actual.

Aunque le llamemos "devaluación interna", la política puesta en marcha para hacer frente a la pasada crisis de sobreendeudamiento se ha centrado en reducir fuertemente el coste laboral de las empresas mediante tres vías complementarias: despidosrebajas salariales y deterioro de las condiciones laborales. Este fue el verdadero sentido de la reforma laboral del 2012, cuyo estreno fue un acusado incremento en los despidos abaratados.

Multitud de datos demuestran el éxito de esta orientación: que España sigue siendo el país de la eurozona con mayor tasa de paro o que los salarios perdieron de media durante la crisis, un 8% de poder adquisitivo, pérdida que fue muy superior en los tramos mas bajos. Solo eso explica que el peso de los salarios en la renta nacional haya caído hasta el 47,3%, el menor nivel desde 1989. Si a este hecho le unimos los recortes en gastos sociales (salarios en especie) realizados bajo la estrategia de austeridad presupuestaria, se entiende el fuerte incremento de la desigualdad social que se ha producido en España durante estos años.

Algunos autores han justificado esta política socialmente regresiva como imprescindible para recuperar la competitividad exterior supuestamente perdida como consecuencia de años previos con salarios creciendo por encima de la productividad. Otros autores, sin embargo, no encontramos ninguna evidencia que avale la falsa apreciación, repetida hasta la saciedad, de que veníamos acumulando una pérdida de competitividad desde, al menos, el ingreso en el euro.

Y citamos dos hechos contundentes: nuestras exportaciones no han dejado de crecer desde el año 2000, en muchos casos, a tasas superiores a las alcanzadas después de la devaluación salarial y si comparamos los salarios hora deflactados correctamente, con la evolución de la productividad horaria, esta última sube ligeramente por encima desde el año 2000 hasta el 2008, donde se invierte la tendencia hasta la fuerte depreciación salarial iniciada en el 2009. A partir de esta fecha, la productividad crece de manera espectacular mientras los salarios se desploman.

Sin embargo, con ser muy discutible la estrategia de deprimir los salarios y, con ello, hundir la demanda interna, como manera de enfrentar una crisis financiera por sobreendeudamiento de familias y empresas, que era el problema que teníamos, más grave ha sido, sin embargo, mantener dicha política incluso cuando las medidas monetarias de Draghi permitieron iniciar la salida de la crisis y la recuperación de la economía europea.

Así, entre 2014 y 2017, con la economía creciendo vigorosamente, la ganancia media por trabajador registró un incremento acumulado inferior al de la inflación y, según Eurostat, en 2017 el salario por hora subió un 2% en el conjunto de la eurozona, cinco veces más que en España, donde el aumento fue del 0,4%. Si añadimos que nuestro mercado laboral tiene unas elevadas tasas de precariedadtemporalidad, tiempo parcial y elevada rotación, entenderemos por qué esta recuperación no se distribuye de manera equitativa entre beneficios y salarios. Y ello, además de un asunto de justicia social, acaba afectando a la demanda interna y a la recuperación.

El consumo de los hogares, que representa el 60% del PIB, está creciendo al mismo ritmo que este. Si dejamos al margen el ahorro (estamos en tasas muy bajas) y el crédito (está creciendo al 25%), la renta de las familias es el principal factor explicativo de su crecimiento. Pero si se ha agotado ya el incremento derivado de la caída en los tipos de interés, no parece que haya mucho margen para reducciones fiscales, los precios empiezan a repuntar y el nuevo empleo creado es escaso y precario, solo quedan las subidas salariales para consolidar la demanda y el crecimiento económico golpeado ya por la subida en el precio del petróleo. Es por eso que un pacto entre los interlocutores sociales para iniciar una senda de recuperación salarial es una buena noticia. Muy buena, la verdad.