IDEAS

La tetera hitleriana

RAMÓN DE ESPAÑA

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M ientras los españoles perdemos el tiempo llamándonos nazis unos a otros, los norteamericanos, pueblo práctico donde los haya, han encontrado una manera muy eficaz de reírse del nazismo y, al mismo tiempo, sacarle partido. Lo han hecho a través del diseño, con una tetera en la que, con sutileza e imaginación, se reconoce aAdolf Hitler: el mango se ensancha en un extremo para parecer un tupé, el tapón recuerda el ridículo bigotillo del Führer y el caño nos remite al brazo en alto de nuestro hombre. Aunque algunos quisquillosos han puesto el grito en el cielo, la cosa, en general, se ha tomado como una muestra de ingenio y un bromazo sensacional a costa de alguien que se tomaba excesivamente en serio.

El autor de la tetera es el arquitectoMichael Graves(Indianápolis, 1934), figura señera del pos-modernismo estadounidense y gran referente de nuestroÓscar Tusquets, y se vende en la cadena comercial J.C. Penney. Si aparece por alguna tienda de Barcelona me la compraré y ya tendré dos objetos del señorGraves; el otro es un reloj de esfera azul celeste, agujas negras y segundero naranja con el que me hice en la librería del MOMA neoyorquino por la módica suma de 120 dólares. No soy especialmente aficionado al té, pero la posibilidad de cachondearme a diario del Führer me bastará. Y es que atisbo un gesto de justicia poética en la tetera deGraves: agarrar a uno de los tipos más siniestros de todos los tiempos y elevarlo a la condición de utensilio doméstico me parece una obra maestra del arte conceptual. Y diré más: se me antoja más revulsiva y provocadora la tetera que muchas instalaciones supuestamente transgresoras que ve uno por ahí.

Graves ha puesto el arte conceptual al servicio de la sátira política y, al mismo tiempo, de la más útil domesticidad. Convertir a un asesino de masas en una tetera es todo un acto de justicia humorística: el tipo que enviaba seres humanos a la cámara de gas puede ahora ser sometido al fuego varias veces al día.