Al contrataque

Terroristas

¿Hemos descubierto ahora la dificultad de luchar contra una nueva forma de terrorismo capaz de actuar en cualquier lugar y en cualquier sitio?

ANA PASTOR

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Este verano leí uno de los reportajes más impactantes sobre el Estado Islámico de todo lo que había caído en mis manos hasta ese momento. No hablaba de su brutalidad ya conocida ni de sus ansias por conquistar un territorio. La periodista estadounidense Julia Ioffe, colaboradora de The Huffington Postdaba un nuevo enfoque al asunto, quizá no tan bárbaro pero ciertamente desgarrador.

Las protagonistas son cuatro madres (tres europeas, de Bélgica, Dinamarca y Noruega; y una de Canadá) cuyos hijos habían decidido sumarse a la organización terrorista en países como Siria. La aparentemente cómoda vida occidental de todos ellos no había evitado su radicalización. Es el relato del dolor de esas mujeres que se han convertido también en víctimas. Mujeres que dieron a los chicos la mejor vida que pudieron y que un día descubrieron que sus niños se habían convertido en verdugos sin piedad. Mujeres que sufrirán además el juicio y la culpa de sus vecinos y de una sociedad que sigue sin entender cómo es posible que uno de los nuestros pase al lado oscuro de los asesinos. Es el relato de cuatro mujeres que buscan respuestas a las preguntas con las que se torturarán toda la vida: ¿qué hicimos mal?, ¿qué no supimos ver?, ¿cuándo cambió todo?

He recordado esta semana este conmovedor artículo sobre los jóvenes occidentales convertidos en asesinos al escuchar a nuestro Gobierno hablar de los refugiados que llegan de Siria. Después de haber demostrado una lenta capacidad de reacción y bastante poca empatía, algunos miembros del Ejecutivo han empezado a deslizar además que entre los hombres, mujeres y niños que estos días intentan llegar a Europa pueden estar colándose terroristas. Terroristas de los que precisamente huyen en muchos casos.

El discurso del miedo

Un discurso del miedo que me sugiere dos reflexiones. La primera tiene que ver con el mencionado artículo. Ya hemos visto que el fanatismo no solamente nace y crece en países remotos. Muchos de estos terroristas son ciudadanos europeos. Hay múltiples ejemplos. La segunda reflexión tiene que ver con la dejación de funciones que parece conllevar la afirmación. ¿Qué está queriendo decir el Gobierno? ¿Que no se debe dejar a entrar a esa gente por si se cuela alguien? ¿Que debe ser la sociedad quien controle si entre ellos hay delincuentes o terroristas? ¿Que España no dispone de medios para comprobar la identidad de las personas y familias que finalmente vengan a vivir a nuestro país? ¿Hemos descubierto ahora la dificultad de luchar contra una nueva forma de terrorismo capaz de actuar en cualquier lugar y en cualquier sitio?