La rueda

Terrorismo y orígenes

Hay quien parece creer que la capacidad de matar es algo que se hereda por vía sanguínea

NAJAT EL HACHMI

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En todo el ruido que han generado los atentados de París y la onda expansiva de pánico, paranoia, parálisis y obsesión que han dejado hay opiniones recurrentes que me llaman especialmente la atención. Una de ellas es la que insta a todos los musulmanes a salir a la calle a manifestarse contra el terrorismo. Estoy de acuerdo, es evidente que si todos los fieles creyentes de esta religión se agrupan y gritan consignas contra los asesinos, estos cambiarán de parecer. Dirán: «Ah, ya que los musulmanes de Europa no lo quieren, no atentaremos más». Que en Irak, Siria, Afganistán o Pakistán estos individuos maten a miles de musulmanes solo debe ser una anécdota para quienes hacen estas afirmaciones. Los que sostienen esta opinión dan a entender que si los musulmanes no se manifiestan es que en realidad están de acuerdo con los terroristas. Siguiendo esta lógica, podríamos pensar que todos los hombres que no salen a posicionarse contra la violencia de género es porque ya les está bien que exista.

Otra opinión recurrente es la que establece una conexión directa entre los autores de los atentados y su origen. Este origen ya no es dónde nacieron, el entorno en el que crecieron o cómo fueron educados, ni siquiera dónde nacieron sus padres, sino el simple hecho de que su nombre y su apellido remitan a una realidad geográfica concreta. Si hay que ir a buscar en generaciones anteriores, se va. Como si la capacidad de matar se heredase por vía sanguínea. Teniendo en cuenta que algunos de los abatidos o detenidos o inmolados de estos días han sido tutorizados por el mismo Estado francés desde pequeños, no entiendo que su origen sea lo más destacable. Su formación no se ha dado dentro de una familia típicamente musulmana, y de hecho muchos de ellos no se han descubierto como fervientes seguidores del islam hasta cinco minutos antes de la matanza.