EL DEBATE SOBERANISTA

El tercer espacio

Hay una parte importante de los electores catalanes que escapan, según reflejan tozudamente las encuestas, del dibujo simplista del choque de trenes

Pleno del Parlamento en el que se aprobó la ley del referéndum

Pleno del Parlamento en el que se aprobó la ley del referéndum / FERRAN NADEU

ORIOL BARTOMEUS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

A medida que se acerca el 1 de octubre aumenta la tensión entre el bloque independentista catalán y el Gobierno central y sus socios. Este crescendo va inundando todo el espacio comunicativo, obligando a todos a posicionarse. O se está de parte de los unos o de parte de los demás. No puede haber término medio. La lógica de confrontación total, que no admite transacción, tampoco admite posiciones intermedias. De ahí que el último hallazgo sea la etiqueta de 'equidistante'. Equidistar significa ser igualmente distante de dos puntos. En términos políticos, ser neutral.

El apelativo es interesado, ya que define los 'equidistantes' en función de los extremos, es decir, en función del escenario de enfrentamiento polarizado generado por independentistas e inmovilistas. En este sentido, los 'equidistantes' se situarían en un punto medio imaginario, igualmente distantes e igualmente cercanos de las dos opciones irreconciliables. De ahí, evidentemente, que lo que es tildado de 'equidistante' se convierta en blanco de todos los improperios imaginables, sobre todo por parte de los independentistas, necesitados de sumar cuanta más gente mejor a la convocatoria del 1-O.

Nutrir los polos enfrentados y 'vaciar el medio'

Es evidente que el relato de confrontación final (el choque de trenes) no admite ninguna otra posición que los dos extremos enfrentados, pero esto es un relato, un escenario construido precisamente para nutrir los polos enfrentados, para 'vaciar el medio'. Si no estás a favor del 1-O eres del PP, y si no estás al lado de  Rajoy haces el juego a los independentistas.

Pero la realidad es bastante más compleja que el relato que se ha ido construyendo. Existe un tercer espacio, que no es ni independentista ni inmovilista, y que en ningún caso es un erial a medio camino entre unos y otros. Las encuestas (las haga quien las haga) lo ponen tozudamente de manifiesto. Hay una parte importante de los electores catalanes que escapan del dibujo simplista del choque de trenes. Y no son 'equidistantes', sino que defienden una tercera opción, que no es el punto medio de las propuestas de los extremos, sino una opción diferente.

Según los sondeos, más de un millón y medio de electores preferirían una salida pactada al conflicto entre Catalunya y España

Este espacio no parece despreciable desde el punto de vista numérico. Según los sondeos, contaría con más de un millón y medio de electores, que preferirían una salida pactada al conflicto entre Catalunya y España. Son más que los que quieren que se mantenga el statu quo actual. ¿Cómo es posible, pues, que este espacio no aparezca en el escenario actual? En parte porque la dinámica polarizadora no admite terceras opciones, pero principalmente porque, a pesar de que exista, este es un espacio que no está articulado políticamente, que no ha sido recogido por ninguna fuerza política con capacidad de trasladarlo a la arena pública.

No lo ha hecho el PSC porque ha estado pendiente de la batalla interna en el seno del PSOE hasta hace poco. Tampoco lo han hecho los 'comunes', porque su diversidad interna sobre el tema no les ha permitido definir una posición sólida al respecto. Sin vía de expresión, el tercer espacio ha enmudecido en el griterío ensordecedor de los extremos. Pero que no se equivoquen, el tercer espacio existe. Y no es menor.