INTANGIBLES
Teología y dinero para Sánchez y Draghi
Jesús Rivasés
Periodista
JESÚS RIVASÉS
En Madrid, Pedro Sánchez, "el que resiste gana" (Cela), insiste en caminar hacia la Moncloa. Josep María Álvarez, nuevo secretario general de UGT, defiende que en el Parlamento hay una mayoría de izquierdas y pide "que se pongan de acuerdo". Munición para el líder del PSOE en su intento de convencer a Pablo Iglesias. El sucesor de Cándido Méndez, partidario el derecho a decidir, en principio, para que Catalunya siga en España, puede ser el eslabón perdido que logre la cuadratura del círculo de lo que deben defender ante sus clientelas Sánchez e Iglesias. El cambio generacional de los partidos políticos, todavía no llega al sindicalismo, que ha elegido al frente de UGT a un prejubilado sexagenario, pero que puede engrasar la llave que le abra a Sánchez la puerta de la Moncloa. Y si Méndez fue el tercer vicepresidente de Zapatero -y quizá el más decisivo sin estar en el Gobierno-, Álvarez también sueña con ser influyente y, por si acaso, prepara las facturas que pasaría si tiene oportunidad.
En Fránkfort, Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE) ha echado el resto, lo que significa que el horizonte económico europeo es sombrío y, ante la inacción de los Gobiernos -temerosos sobre todo de los populismos-, aplica prácticamente toda la medicina monetaria que le queda. Creará dinero de la nada, como el dios monetario que es, y como nunca antes se había hecho. Además, en una pirueta monetario-teológica -la creencia en el dinero es cuestión de fe-, pagará a los bancos por prestarles dinero si ellos, a su vez, lo prestan a sus clientes. Francisco González, presidente del BBVA, cree que "la banca tradicional sea inviable". Draghi intenta mantenerla viva mientras encuentra su futuro.
Draghi y el BCE acaban de inaugurar una nueva era monetario-bancaria. Es terreno ignoto y nadie puede aventurar el resultado del experimento. En teoría son buenas noticias para los bancos. Los españoles, sin hacer nada, ganarían entre un 25% y un 5% más y por este orden: Sabadell (Oliu), Popular (Ron), Caixabank (Fainé), Bankínter (Guerrero), BBVA (González) y Santander (Botín). También en teoría, habría crédito más fácil y más barato que nunca para los ciudadanos. Sin embargo, todo es tan nuevo, como en el Macondo de García Márquez, que hay operaciones monetarias y políticas futuras que todavía no tienen nombre, ni nadie atisba sus consecuencias. El BCE poco más puede hacer, porque el dinero creado de la nada pierde valor inmediatamente. Paul de Grauwe, de la London Schools of Economics, uno de los expertos con más prestigio, concluye que "las discusiones sobre política monetaria -lo que hace el BCE- suelen sonar a teología con un ligero toque cómico". Hay precedentes, los eruditos bizantinos discutían del sexo de los ángeles cuando el sultán Mehmet derribaba los muros de Constatinopla. Y también hay algo de teología inasible en el actual limbo político español pendiente de si Pedro Sánchez llega o no a la Moncloa. Cuestión de fe, en el dinero y en la política.
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