Al contrataque

Los tenistas apalancados

El enfado ya es irreversible después de esta crisis del 1-O. Ahora los tenistas ya juegan contra nosotros, no entre ellos dos

Rajoy y Puigdemont

Rajoy y Puigdemont / jma

Antonio Franco

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Estábamos en uno de esos partidos larguísimos de tenis en que los jugadores, exhaustos, se apalancan al fondo de la pista limitándose a devolver las bolas con la esperanza de que el otro falle. A la espera de errores no forzados. Esgrimen las raquetas amenazadoramente y lanzan gritos guturales (nunca palabras intercambiando ideas) pero solo demoran y esperan. Y se van produciendo los fallos. Decisiones del Parlament vulnerando sus propias reglas, no solo las de la Constitución sino también el Estatut. Excesos policiales y su derivada: nula autocrítica pese a la evidencia, trascendencia y repercusión internacional de unos abusos contra resistentes pacíficos.

Intentar hacer creíble la ficción de la vía del diálogo cuando las dos partes no están dispuestas a ceder ni un milímetro en sus respectivas exigencias finales: la independencia, sí o no. Encarcelar sin fianza a personalidades civiles emblemáticas sin que haya proporcionalidad con lo que casi todos consideramos como merecedor de la celda preventiva fulminante. Negativa a aclarar (a catalanes, españoles, UE,  opinión pública internacional) el alcance de una solemne intervención presidencial pública. Mentiras propagandísticas continuas.

Dos verdades enfrentadas

El catalán vuelve a devolver la pelota, que toca la red y pasa al lado del gallego. Éste pide la comprobación con el ojo de halcón. Pero el catalán vuelve a lanzar tocando la red y entonces la raqueta del gallego empieza a descender dibujando un mate. Dos legitimidades están encaradas: el derecho de los pueblos a disponer de su futuro si una mayoría absoluta incontestable de sus ciudadanos lo desea y el derecho de un Estado a hacer cumplir las leyes. Es un pulso entre leyes no escritas y leyes vigentes aprobadas democráticamente. Son dos verdades -aunque con matices y limitaciones-- enfrentadas, aunque con el lastre esencial de que esa mayoría del independentismo no sea constatable. Conflicto inevitable.

Las expectativas lo empeoran todo. A corto plazo, parece seguro que gana el Estado, pero a no muy largo el favorito es el secesionismo

Las expectativas lo empeoran todo. A corto plazo parece seguro que gana el Estado. Tiene la ley vigente a su favor, fuerza para aplicarla, y apoyo internacional para que el conflicto se dirima en su terreno: el constitucional y el estatutario. Y el riesgo inmediato de empobrecimiento económico y social catalán. Pero a largo --o no muy largo-- plazo el favorito es el secesionismo. Por crecimiento paulatino de su base social (entre otros factores por el demográfico) si España no acomete una reforma constitucional profunda no acomete una reforma constitucional profundacompartida con todos los pueblos de su mosaico plurinacional, algo que ahora parece improbable pese a los anuncios propagandísticos.

La expectativa de esas dos victorias contrapuestas, no la razón, es lo que ahora imposibilita nada que no sea una prórroga malcarada, desestabilizada y desestabilizadora de la situación actual. Porque el enfado ya es irreversible después de esta crisis del 1-O. Ahora los tenistas ya juegan contra nosotros, no entre ellos dos.