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Josep Maria Trias Batlle: "Tenía buena relación con el Vaticano y con los anarquistas"

Reivindica a su tío, Josep Maria Trias i Peitx, que ayudó a más de 70.000 refugiados republicanos

GENTE CORRIENTE- JOSEP MARIA TRIAS BATLLE

GENTE CORRIENTE- JOSEP MARIA TRIAS BATLLE / periodico

GEMMA TRAMULLAS

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Josep Maria Trias i Peitx (Barcelona, 1900 - Sant Miquel de Cuixà, 1979) fue un personaje clave del exilio catalán que se volcó en la ayuda humanitaria pero su historia es poco conocida. Mañana jueves, a las 18.00 horas, se le hará un homenaje en el centro cívico Josep Maria Trias i Peitx de Barcelona y entre los asistentes estará su sobrino Josep Maria Trias i Batlle, que convivió con él en París en los años 70. Josep Maria es jardinero y tiene un vivero de rosales y plantas aromáticas y medicinales en Llagostera [en la foto].

-Se llama igual que su tío.

-Tenía que ser mi padrino, pero al estar en el exilio no era posible y le sugirió a mi padre que me pusieran su nombre. 

-En 1973 se fue a trabajar de jardinero a París y descubrió al verdadero Trias i Peitx.

-Él y su mujer, la periodista Clara Candiani, vivían en el bulevar Saint Germain, cerca del Sena. Yo trabajaba fuera de París y me dejaron la buhardilla para ir los fines de semana. La casa tenía dos puertas de entrada y una siempre tenía la llave puesta por fuera. 

- ¿Por qué?

-Por si llegaba alguien de Barcelona o de donde fuera y necesitaba quedarse unos días en París. Los domingos todo el mundo estaba invitado a cenar y en la mesa podían coincidir un anarquista, un escritor de derechas y un exiliado iraní. Los debates eran apasionantes. Pero no solo eso. Josep Maria y Clara hacían público y notorio su amor. Ellos me enseñaron cómo debe amarse una pareja.

-¿Le contó su tío cómo ayudó a los republicanos de los campos del sur de Francia?

-Él jamás alardeó de lo que hacía, pero la responsabilidad con la gente que sufre, fruto de su educación católica, era un pilar de su personalidad. En esto coincidía con Clara, que tenía un programa de radio llamado Les français donnent aux français que recogía dinero para los más necesitados. Ella fue un motor fundamental de esta historia.

-Sacaron de los campos a más de 70.000 refugiados de la guerra civil, según cuenta él mismo en el libro La solitud de la llibertat.

-Organizaron una red de ayuda para conseguirles un trabajo y así el gobierno francés les permitía salir del campo y reunirse con sus familias. Mi tío Lluís, exiliado en Toulouse, también participó en esta red.

-Su tío no solo ayudó a los republicanos.

-Tuvo múltiples iniciativas a lo largo de su vida y durante los últimos años trabajaba sobre todo en el África subsahariana.  

-Antes de exiliarse en 1939 tenía una intensa actividad política como catalanista.

Era el mayor de 13 hermanos y venía del tradicionalismo, que era lo más carca que había. Llegó a secretario general de Unió Democràtica de Catalunya (UDC) y evolucionó hacia el republicanismo.

-Eso es un gran trecho.

-Era muy católico pero a la vez muy pragmático y vio que había que legislar a favor de los trabajadores hiperexplotados. Tenía buena relación con el Vaticano –durante la guerra salvó a muchos religiosos– y con los anarquistas. Hay una frase que le define mucho: "He estado siempre dispuesto a morir para defender una idea pero a lo que nunca he estado dispuesto es a matar".

-En París dejó la militancia política.

-Pero jamás le oí hablar mal de nadie y tenía un respeto absoluto por sus oponentes. Con él se podía hablar de todo, menos justificar el franquismo. Imbuido por aquel ambiente, le dije que quizá me dedicase a la política. Pero me contestó: «Yo te aconsejaría que siguieras siendo jardinero». 

-Murió sin volver a pisar Barcelona.

-Decía que ya se había acostumbrado a París, pero en cuanto se sintió morir cogió un tren y se plantó en la abadía de Cuixà [un referente del catalanismo en territorio francés]. Fue enterrado en un sencillo ataúd con un hábito de monje.