Opinión | IDEAS

Jordi Puntí

Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.

Jordi Puntí

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Estamos en enero de 2018 y ya es hora de certificar que el fenómeno de las teleseries se nos ha ido de las manos. Como mucha gente, les dedico varias horas semanales, a veces incluso con adicción noctámbula. Me gusta estar al día, pero también me gusta leer, pasear, ver el sol, yo qué sé. Hoy, ahora mismo, regalar una temporada de una serie en DVD se ha convertido en un anacronismo de tía mal informada. El aumento de plataformas digitales -HBO, Netflix, Amazon, Movistar-, combinado con la llegada de grandes nombres del cine, ha mejorado la oferta, y entretanto tenemos el gusto a medio formar. Aún estamos descubriendo lo que nos atrae más, y nos entregamos con el mismo entusiasmo ingenuo a ver una serie de vikingos, una ficción distópica de monjas mudas, una biografía de la reina de Inglaterra o una comedia depresiva de Louis C.K. Y luego siempre hay alguien que te dice: "No, si la buena es la segunda temporada".

Regalar una temporada de una serie en DVD se ha convertido en un anacronismo de tía mal informada

Un detalle de esta locura es que, esta semana, muchos medios han publicado la lista de las mejores series de 2017 y de las que se estrenarán en 2018. No lo atraparemos todo, hay que saber elegir, y eso que normalmente solo se habla de series inglesas y norteamericanas. En Francia, Italia, Dinamarca, Australia, Israel o Canadá también se hacen buenas ficciones, pero no nos llegan o pasan desapercibidas. Estos días, por ejemplo, yo he ido a mi aire y he visto la primera temporada de 'Babylon Berlin', apuesta carísima de producción alemana, dirigida por Tom Tykwer. La serie, basada en las novelas policiacas de Volker Kutscher (que publica Ediciones B), describe desde una óptica criminal el Berlín de los años 20, y ofrece muchos alicientes. En una ciudad efervescente, entre el viejo orden y el nuevo, vemos la vida picante de los cabarets; el submundo de prostitutas y transformistas; la lucha secreta de los trotskistas exiliados; los traumas de los soldados que han vuelto de la guerra, como el detective protagonista... De fondo, la música elegante de Bryan Ferry y una canción -'Zu Asche, zu Staub'- tan especial que no puedes parar de escucharla.

Ya hay una segunda temporada, pero la buena, por cierto, es la primera.