Teatro a dólar por minuto

JOSEP MARIA POU

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Hilary Mantel escribió En la corte del lobo (Wolf hall)  en 2009 y Una reina en el estrado (Brign up the bodies) en el año 2012. Ambos libros ganaron el premio Booker y se vendieron por millones. Reconozco que disfruté como un enano con su lectura, con esa visión novelada de la historia que siempre te deja colgado de la duda: ¿esto fue de veras o al autor le ha dado un calentón? Me atraparon, una vez más (¿y van?),  los embrollos de la corte de Enrique VIII, con Thomas Cromwell de instigador mayor.

Dí por supuesto que en cualquier momento alguien convertiría ese material en una larga película. Y me senté a esperar.

Me equivoqué. No han sido los del cine sino los del teatro quienes han tomado la delantera. El año pasado la Royal Shakespeare Company estrenaba, primero en su sede de Statford-upon-Avon y luego en el Aldwych de Londres, la versión teatral: Wolf hall: Parts 1 & 2, dos espectáculos de casi tres horas de duración cada uno, que se pueden ver juntos o por separado; seis horas de buen teatro que condensan las 1.248 páginas de los dos libros. (La BBC ha hecho, después, una serie de seis horas, cuyo último episodio emitió la semana pasada).

En Broadway

Dentro de 15 días, el espectáculo llegará a Nueva York para instalarse en uno de los teatros históricos de Broadway, el Winter Garden, rompiendo así una tradición basada en la exhibición exclusiva de grandes musicales. En el Winter Garden se consagraron ZiegfieldAl Jolson Fanny Bryce,y se estrenaron, entre otras,West side storyFunny girl (con la Streisand), Mame (con la Lansbury) , Follies (de Sondheim), y 42nd Street. En el Winter Garden se estrenó también Cats, que se mantuvo 19 años en cartel, a la que sucedió Mamma mia que alcanzó los 14 años. El último estreno ha sido el musical Rocky, con apenas seis meses de funciones, un más que evidente fracaso.

Y a ese mítico escenario se sube ahora la Royal Shakespeare Company ¡con seis horas de teatro de texto! Valientes. Con un buen par. Sin grandes estrellas en el reparto. Pero con un eslogan definitivo: «No defraudará a los seguidores de House of cards». Ahí está el quid de la cuestión: una serie de televisión como garantía del mejor teatro. Eso sí es un cambio radical. Cambian los referentes. Cambian los señuelos. Y cambia la forma de sacar al público de sus casas.

Sobre todo cuando el precio de una entrada para las dos partes de Wolf hall es de 250 dólares (350, en la zona premium). Prácticamente a dólar por minuto.