NÓMADAS Y VIAJANTES

El Tea Party contra Obama

RAMÓN LOBO

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Barack Obama y los demócratas, a menudo tan tibios, han aprendido una lección que puede ser capital: es posible resistir al chantaje de un sector radicalizado del Partido Republicano y lograr el apoyo de la población. El estadounidense medio está tan harto de su clase política como nosotros de la nuestra. Según una encuesta del Pew Research Center, el 74% de los votantes cree que la mayoría de los congresistas no deberían ser reelegidos. Es decir, que tendrían que ser despedidos.

Es un cambio significativo, más en una Cámara de Representantes que se renueva cada dos años y en la que los escaños parecen vitalicios. Según la organización Open Secrets, las posibilidades de reelección en esa cámara superan el 80% desde 1964. En estos momentos, el verdadero riesgo electoral es pertenecer a ella. El Partido Demócrata no debería cantar victoria en esta guerra, pues solo ha sido una batalla; importante, sí, pero no decisiva. Hay nuevas citas en enero y febrero.

La derrota del presidente de la Cámara, John Boehner, es rotunda; puede que le cueste el puesto -el tercero en importancia tras el presidente y el vicepresidente-, ahora o en las elecciones de noviembre de 2014. Este discípulo de otro incendiario, Newt Gingrich, se ha aliado con los 50 representantes y algunos senadores del Tea Party y aledaños ideológicos, para bloquear durante 16 días la Administración y poner en peligro la recuperación económica de EEUU (el PIB trimestral perderá un 0,3%, según los expertos). El deterioro de la imagen de EEUU es evidente: un país que puede fallar en sus obligaciones. El multimillonario Warren Buffet resumió lo ocurrido en una cita genial recogida por The New Yorker: «La solvencia es como la virginidad: puede ser preservada pero no restaurada con facilidad».

El Tea Party no busca reducir el tamaño del Gobierno, como Ronald Reagan, uno de los referentes conservadores, sino que trata de volarlo por los aires. Esta semana estuvo cerca de lograrlo. El fiasco de Boehner y del Tea Party es tan rotundo que les llueven críticas desde las filas republicanas (John McCain) y desde la prensa conservadora cabal (The Wall Street Journal). Mientras, la facción sediciosa sigue a lo suyo, a agitar el odio.

El objetivo real no era el techo del déficit, sino bloquear el Gobierno para forzar al presidente Obama a renunciar a su ya muy descafeinado Obamacare, dejarlo sin fondos. Para esos radicales, el Obamacare es el símbolo de una política socialista, o peor: comunista. Acusan a Obama de ser un musulmán clandestino e impostor que no ha nacido en EEUU. Estos son los argumentos y el tono de la extrema derecha estadounidense y de los medios que la alientan y apoyan: Fox News y personajes tan xenófobos como el locutor de radio Rush Limbaugh.

Es pronto para sacar conclusiones a largo plazo, pero hay asuntos que están claros: el Partido Republicano, el de Abraham Lincoln, ha sido secuestrado por una turba de extremistas. Son el caballo de Troya dentro de un partido. La presión es tal que los viejos republicanos se ven obligados a ceder ante el empuje del Tea Party. La mera acusación de tibios les puede dejar sin escaño.

Un ejemplo es el senador de Tejas Ted Cruz, uno de los impulsores del cierre y que no ha tenido problemas éticos para participar en manifestaciones de empleados públicos contra el cierre. El periódico que lo aupó al Senado, el Houston Chronicle, ya le ha retirado su apoyo. Es tarde: tiene asegurado el escaño otros cinco años.

La elección del 2014

Los demócratas deberían aprovechar la impopularidad de los republicanos para obtener la mayoría en la Cámara de Representantes en 2014. La batalla se centrará en una treintena de distritos. Los demócratas disponen de menos de un año para conseguir buenos candidatos. Si las elecciones se celebrasen hoy, el 49% apostaría por un demócrata; el 43% mantendría el apoyo al republicano.

La rabia está en el ambiente. Es sintomática la opinión de Benjamin Wittes, citado por The New York Times. Este experto en gobernanza de la Brookings Institution sostiene que el actual Congreso (la suma de la Cámara y el Senado) es más peligroso para la seguridad nacional de EEUU que Al Qaeda .

La percepción del ciudadano es que los radicales estaban dispuestos a hundir el país con tal de dañar a Obama. El patriotismo es uno de los valores que enarbola la derecha de EEUU. Tras esta exhibición de egoísmo e incapacidad, los republicanos se han quedado sin mensaje. Es bueno para Hillary Clinton que aspira a suceder a Obama en 2016.