Dos miradas

Tardà y la herida

Se han producido heridas que no sabemos cuándo sanarán. Ni si lo harán o se harán más profundas. O nos imponemos generosidad o solo nos quedará la parálisis

Xavier Domènech y Joan Tardà, el 4 de marzo del 2016 en el Congreso.

Xavier Domènech y Joan Tardà, el 4 de marzo del 2016 en el Congreso.

Emma Riverola

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Fue la DUI. Antes, fue la DUI. La imposición unilateral de una parte que representa algo menos de la mitad de la ciudadanía en algo tan fundamental como un proceso de independencia, con el agravante de tener el Estado y la comunidad internacional en contra. Podemos hablar de los reiterados portazos del PP. También de la presión política y social (alimentada por la propia maquinaria del procés) que llevó a proclamar una república virtual.

Pero antes, fue la DUI. Después vino todo lo otro. Un 155 que se levantará cuando se constituya un nuevo Govern. El encarcelamiento de los presos. La rotura de tantos pactos de gobierno municipal. La estigmatización aún más profunda del adversario político…  

“Una gobernanza de progreso, valiente, desacomplejada ejercida desde la Generalitat, que reúna a los intereses de la ciudadanía al margen de su adscripción ideológica, al margen de que se sea o no independentista.” Joan Tardá ha publicado un artículo en EL PERIÓDICO en el que aparecen estas líneas. Es difícil valorar si es una propuesta de partido, un tanteo o un simple juego malabar. Pero quienes ven traición en estas líneas deberían hacer repaso de su pensamiento, porque quizá se les ha pegado el tapaojos del sectarismo. Nos hemos hecho daño. Se han producido heridas que no sabemos cuándo sanarán. Ni si lo harán o se harán más profundas. O nos imponemos generosidad o solo nos quedará la parálisis. Y vivir entre trincheras.