Tangenciales

Dice Adrià Pujol – en el libro de fotografías de Jordi Borràs, 'Dies que duraran anys'– que "el periplo de las urnas del 1-O tiene un toque legendario". Y, como buen antropólogo que es, intuye que la leyenda, "recién estrenada", acabará siendo "eficaz", es decir, que se introducirá en el imaginario colectivo con una potencia narrativa efectiva, con sentido, "porque presenta una estructura infantil y universal". Infantil, porque reproduce esquemas sencillos y reconocibles; y universal, porque, a pesar de partir de un tiempo y un espacio locales se expande con unas anécdotas - los detalles de toda buena historia - que cualquiera puede identificar como propias.

Hace apenas seis meses que vivimos un día que no olvidaremos nunca, fuera cual fuera la participación de cada uno en el referéndum. Tanto si le golpearon como si escondió urnas, tanto si participó de la fiesta democrática colectiva como si se quedó en casa mirando la tele. Tanto si vivió el estallido popular como si consideró que se trataba de un golpe de Estado en forma de rebelión armada. No lo olvidaremos. Aún es pronto para escribir sobre ese día. Quizás sólo podemos desplegar el andamio "infantil y universal", la leyenda. Poco a poco, con otro lenguaje, rellenaremos ese día de desazones y llantos, de miedos y entusiasmos, de la materia con la que están hechos los sueños y las pesadillas. La leyenda estará allí, pero acabaremos escribiendo relatos laterales, excéntricos, íntimos. Tangenciales.