Al contrataque

Yo también soy hijo del Rey

XAVIER SARDÀ

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Sueño que me miro en el espejo y me doy cuenta. Como de un rayo. Me sobrecoge la impresión de que soy hijo espurio del Rey. Yo también. Como Albert, Ingrid y el otro Felipe. El resto de hermanos Sardà son de factura genética muy distinta a la mía. Creo que soy hijo del Rey. Asciendo súbitamente al amplísimo universo histórico de la bastardía borbónica.

El adjetivo 'bastardo' corresponde a la idea de degeneración y designa al hijo «nacido de unión ilícita». Viene del francés 'batard' que procedería del germánico 'bansti' (granero). Es decir, que el hijo bastardo es el que nacía en un granero.

Imagino al Rey y a mi madre copulando alegremente. El Rey tiene que ser muy joven. Saco la calculadora. Sí, él tiene 20 años y mi madre, 35. Mi madre nunca me pudo contar su historia con el Rey (obsérvese el uso de la mayúscula por respeto paterno), porque ella falleció prematuramente.

La gran pregunta es si soy fruto de una única cópula o de una relación más dilatada y amistosa. Gusto imaginar esto ultimo y que, además del chispazo, hubo enamoramiento. Imagino al Rey tomando a mi madre y mirándola fijamente a los ojos y sonriendo jadeante y haciendo leves bromas susurrantes con su ya entonces característica voz. Les imagino entrelazados y exhaustos. La imagino a ella con la real simiente ya en sus entrañas. Han hecho su tarea las vesículas seminales y la campechana glándula prostática del Rey, creando el fluido con las células germinales para formar el semen que se transporta a través de la borbónica uretra y sale del meato. Imagino mi espermatozoide nadando a través del útero hacia la trompa de Falopio y, ¡hala¡, el óvulo fertilizado. Mis padres amándose y nueve meses después nace este bastarcillo natural en un granero.

Una entrevista de 10 minutos

Ahora me cuadran muchas cosas. ¿Por qué si no el Rey me concede una entrevista de 10 minutos cuando estoy en las mañanas de Radio Nacional? Es más, ¿cómo si no acabaría haciendo yo las mañanas de Radio Nacional? ¿Por qué esa larga comida con mi hermano el principe Felipe? Recuerdo sus preguntas como si fuese ahora mismo: «Javier, ¿cómo sabes si el programa 'Crónicas' lo haces como tú quieres o como quiere el público?». «Hago el programa que quiere el publico pero como yo quiero Alteza Real». Que sé yo, la típica respuesta del hermano mayor.

Todo cuadra. Nunca conocí a mis abuelos y mi padre era un buen hombre pero algo melancólico. Quizá era sabedor de ese amor clandestino del que surgió el diferente de la familia. Qué distinta es mi estampa de la de mis falsos hermanos. Soy clavadito a Ingrid y a Albert. Tengo la nariz de Alfonso XIII. ¿Cuántos somos papá?... Despierto de mi sueño. Lo de los otros, quizá sea más bien una pesadilla.