El sueño de Mélisande y la pesadilla de Edipo

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ROSA MASSAGUÉ

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Un decorado de una casa que va abriendo y cerrando sus distintos espacios y unos personajes que tienen su doble. Bastarían estos dos apuntes para adivinar que estamos ante un puesta en escena de la británica Katie Mitchell, pero sería injusto limitar su obra a este envoltorio que se va repitiendo en sus producciones operísticas porque lo que la directora propone es un derroche de riqueza emocional e intelectual, además de visual. Y no solo lo hace ajustándose perfectamente a la obra en cuestión que en este caso es 'Pelléas et Mélisande', de Claude Debussy. Logra que todo lo que está en la partitura se haga real, comprensible.

Pero no todo el mérito es de Mitchell en esta nueva entrega para el Festival d'Aix en Provence. Ha contado con la complicidad de un grande de la dirección orquestal, con Esa-Pekka Salonen al frente de la Philarmonia Orchestra, y con un elenco de voces en el que todas, hasta las que interpretan los papeles más breves, son de primerísima empezando por una Barbara Hannigan en estado de gracia, tanto vocal como gestual. Pasados los decepcionantes 'Il trionfo del Tempo e del Disinganno' y 'Cosí fan tutte', la edición de este año del festival provenzal vuelve a poner el listón muy alto con esta ópera, la única que compuso Debussy.

'Pélleas et Mélisande', basada en la obra de teatro del mismo nombre del simbolista belga Maurice Maeterlinck, cuenta una historia que ocurre en una Edad Media imaginada. Una mujer venida de no se sabe donde, misteriosa e inquietante, protagonizará un triángulo amoroso con dos hermanos con un final fatal para ella y su amante.

La idea de que un protagonista sueñe lo que explica una ópera o una película es vieja y manida, pero en manos de Mitchell toma otra dimensión. Maeterlinck escribió que el teatro es "el templo del sueño" y la directora británica toma al pie de la letra esta definición. La ópera empieza con una mujer vestida de novia con un aspecto que recuerda a la protagonista de 'Melancolía', la película de Lars von Trier. Entra en una habitación que parece no conocer, se echa sobre la cama y se queda dormida. 

Lo que viene después es un sueño extraño que transcurre en un ambiente doméstico y del que ella es protagonista y testigo al mismo tiempo. De ahí que su personaje se desdoble con una presencia muda en todo momento a lo largo de la representación. 

Hannigan hace una interpretación casi magistral de su Mélisande con su cantar casi hablado como quería Debussy, apenas musitado en algunos momentos, pero siempre audible. Como se ha dicho al principio, el resto del elenco vocal era de lujo con Stéphane Degout que se despedía del papel de Pelléas, Laurent Naouri (Golaud), Franz-Josef Selig (Arkel), Sylvie Brunet-Grupposo (Geneviève) y Chloé Briot (Yniold). Salonen y la Philarmonia Orchestra completaron este 'Pelléas' de primera resolviendo todos los matices de la rara armonía de la partitura, especialmente en la parte final, la de mayor intensidad dramática. Y para acabar de redondear esta representación merece destacarse el decorado de Lizzie Clachan.

El idilio entre el Festival d'Aix y Mitchell prosigue pues con éxito. En el 2012, el estreno mundial de ''Written on skin', de George Benajmin y dramaturgia de Crimp, fue un éxito arrollador y esta producción se ha paseado ya por varios teatros. En el 2013 Mitchell firmó la puesta en escena de 'The house taken over', de Vasco Mendonça, y en el 2015, una espléndida 'Alcina', de Händel.

ENTRE ÓPERA Y ORATORIO // Si el 'Pelléas et Mélisande' era el sueño, la pesadilla es la que vive Edipo, rey de Tebas, cuando descubre que ha asesinado a su padre y se ha casado con su madre según nos explicó Sófocles. Sobre este mito, Igor Stravinski compuso su 'Oedipus Rex', una obra de difícil clasificación, a caballo entre la ópera, el oratorio y la cantata.

Encargó el libreto a Jean Cocteau que entonces, en 1927, era ya un personaje muy famoso aunque al parecer no le gusto mucho la idea de que su texto se iba a traducir al latín, trabajo que se encargó a Jean Danielou quien sería cardenal y, por cierto, moriría en casa de una prostituta a la que, según la versión oficial, el purpurado intentaba redimir.

Lo del latín viene a cuento porque Stravinski, en su intento de retornar a la antigüedad consideraba necesaria una lengua sagrada, aunque musicalmente esta búsqueda no se concretó tanto porque hay momentos de su 'Oedipe' que apuntan a Händel o incluso al Verdi de 'Aida', como ocurre con el canto de Jocasta.

Peter Sellars es un buen conocedor de la músico del ruso. Idea suya fue emparejar la ópera breve 'Iolanta', de Tchaikovski, con 'Persephone', de Stravinski, en un programa doble presentado en Aix y en el Teatro Real. Ahora ha asociado 'Oedipus Rex' con la 'Sinfonía de los Salmos' del mismo compositor. El hilo conductor es Antígona, una de las hijas de Edipo a quien Sellars ha dado el papel que en la ópera tiene un narrador reescribiendo el texto con material de Sófocles. Es ella la que va anticipando la tragedia de Edipo. Esta mirada de mujer da una nueva dimensión a la obra de Stravinski. 

Cuando Edipo descubre quién es y lo que ha hecho se arranca los ojos. Expulsado de Tebas, se dedica a vagar por el mundo apoyándose en Antigona. Es este errar el que Sellars traslada a la 'Sinfonía de los Salmos', una obra coral de tres movimientos dedicados por este orden a la caridad, la esperanza y la fe. 

Sellars ha recurrido al minimalismo para explicar visualmente esta conjunción musical y dramática siguiendo al mismo tiempo las indicaciones del propio compositor que daba al coro el papel de un coro griego que no interactúa con los protagonistas. En 'Oedipus Rex', sobre un fondo blanco hay unos sillones-escultura de madera realizados por el artista etíope Elías Sime, autor también de las máscaras que portan los personajes. En la 'Sinfonía', en un escenario desnudo hay un único elemento, un cuadrado en el suelo hecho de neón blanco que es donde morirá Edipo.

El tenor Joseph Kaiser interpreta al protagonista al que acompañan dos veteranos cuya voz ha visto tiempos mejores, pero que en este caso, sus condiciones vocales se adaptan bien a sus papeles. Son Willard White en el dobel papel de Créon y Tirésias, y Violeta Urmana, como Jocaste. La actriz Pauline Cheviller interpretaba a Antigona, mientras que la bailarina Laurel Jenkins era Ismène, la otra hija de Edipo. 

Stravinski también ha sido un compositor central en la carrera de Esa-Pekka Salonen pese al escaso interés manifestado por su maestro, Pierre Boulez, por buena parte de la obra del ruso. El dominio del director sobre la obra de Stravinski junto al buen hacer de la Philarmonia y las formaciones vocales suecas Orpheo Drämgar, Gustav Sjökvist Chamber Choir y Sofia Vokalensenmble dirigidas por Folke Alin, depararon otra gran tarde en Aix.

La ópera 'Pelléas et Mélisande', vista el 16 de julio. El progama doble de Stravinski, el 17 de julio.