Dos miradas

El sueño de Happiness

EMMA RIVEROLA

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Quiso salir en el peor momento. Cuando el viento era de cristal y aguijoneaba la piel. Venía de la oscuridad y el líquido. Pensó que iba a un seno mayor. Pero el mundo no es un abrazo para ella. Le dio calor un guardia civil. Mientras, su madre, demasiado exhausta, demasiado ausente, sonreía por dentro. Habían llegado. La cuna de su niña no sería el fondo del mar.

Sus padres la han llamado Happiness. Felicidad. Porque ella ya está en la otra orilla. El aire que respire no será esa nube ardiente que quema los pulmones, ni la tierra yerma de su Nigeria. El país que las multinacionales petroleras han emponzoñado con su avaricia desbocada. No vivirá en las calles en las que ya nadie está a salvo, donde la violencia ha contaminado las voluntades. No morirá bajo el fuego de las armas españolas que llegan a través de la frontera de Ghana. Tampoco será utilizada como cobaya humana. No correrá la suerte de los niños nigerianos que murieron en un ensayo de la farmacéutica Pfizer. No sufrirá la condena perpetua del hambre ni de la ignorancia ni de la miseria impuesta por sus gobiernos corruptos.

Happiness apenas ha abierto los ojos y algunos ya tratan de expulsarla de su futuro. Las voces de la intolerancia y el egoísmo aúllan a su alrededor. Pero ella duerme tranquila, en un arrullo trenzado de esperanza. Ya escapó de la pesadilla. Ahora tiene un sueño.