'Spotlight' en Barcelona

Uno no se resiste a Dios cuando tiene 10 o 12 años. Esta es la soberbia descripción del estado de indefensión que una de las víctimas de los muchos abusos cometidos en escuelas religiosas de Boston ofrece a los periodistas de 'Spotlight'. Aunque no le hubieran dado ningún Oscar, la película debería ser un éxito de taquilla en Barcelona por razones obvias. Algunos espectadores llorarán de indignación.

La multiplicación de denuncias contra profesores de los Maristas por abusos tendrá su recorrido judicial y nos ofrecerá modestos actos de contrición con petición de perdón a la víctimas por parte de la jerarquía marista y de la Iglesia en general. Es lo mínimo, seguramente es poco y además no es todo. La proliferación de casos, el sentimiento de impunidad de los agresores, el desistimiento de los afectados a la denuncia, la frialdad de los superiores de la congregación y de las autoridades eclesiásticas solo se explican por miedo a la desestabilización de los presuntos fundamentos morales de la sociedad. Quizá la decadencia viene implícita en este miedo injustificado.

¿Y tú, cuando lo supiste? Esta es la pregunta terrorífica de uno de los personajes implicados en el sistema bostoniano de negación del problema a su amigo, el periodista que dirige la investigación. El sistema de protección de la iglesia, aprovechando la complicidad de la buena sociedad, predispuesta a evitar sobresaltos éticos, es el que deja a los menores indefensos ante los hombres de Dios, investidos además de la autoridad del maestro. Todo es cooperación necesaria: la aceptación de la parábola de las ovejas negras y otras beaterías, el temor de compañeros y de sus mismos padres a verse contaminados por el escándalo, la prudencia de ciertos colegas de profesión conocedores de denuncias infundadas, los guardianes de la buena imagen de la comunidad. 'Spotlight' es una película con muchos protagonistas.