Sorpasso en Estados Unidos

Trump gestualiza durante un mitin en Jacksonville, Florida.

Trump gestualiza durante un mitin en Jacksonville, Florida.

RAMÓN LOBO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El caso de Donald Trump esconde un mensaje positivo para los españoles, tan dados al extremo: de la euforia del boom económico al melodrama del 'vivimos por encima de nuestras posibilidades'. No somos los únicos que compramos mentiras al por mayor y votamos como votamos. Además de los británicos del 'brexit' y los franceses atraídos por el oráculo xenófobo de Marine Le Pen, están también los millones de ciudadanos de EEUU que compran a Trump diga lo que diga, haga lo que haga. Aunque los últimos sondeos le sitúan nueve puntos por detrás de Hillary Clinton, no deberíamos cantar aún su derrota. Quedan tres meses hasta el 8 de noviembre, una eternidad.

Recuerden el fiasco de las elecciones del 26-J y el error sostenido de las empresas demoscópicas, incluido el CIS, que dieron por seguro el adelanto de Podemos al PSOE. Políticos, periodistas, supuestos hacedores de opinión, surferos de las redes sociales, politólogos y tertulianos varios nos movemos en un mundo paralelo que confundimos con la realidad. Solo hablamos, leemos y escuchamos opiniones dentro de nuestra burbuja creyendo que ese es el discurso de la calle, sus preocupaciones. Puede que algo parecido esté pasando con Trump,  quizá esta escandalera no sea tanta en el mundo real.

LA PEOR SEMANA

Pese a estas precauciones para evitar sustos futuros, es cierto que Trump ha vivido su peor semana desde que se lanzó en enero a las primarias republicanas. Todo lo que podía salir mal, ha salido peor. Su narcisismo patológico le ha impedido aceptar que se había equivocado en la burla de la madre del capitán Khan, muerto en Irak hace 12 años y considerado un héroe nacional enterrado en Arlington.

Su cerrazón le ha llevado a elevar la apuesta, denunciar el robo de las elecciones de noviembre y a ofender a dos figuras del Partido Republicano, Paul Ryan y John McCain, además de tener serias divergencias con su candidato a vicepresidente, Mike Pence, que le afeó su conducta en el caso Khan.

El periodista Chris Hayes se formulaba dos preguntas en un tuit que ofrecen la clave de lo que está pasando: “¿Puede

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"El narcisismo pat\u00f3ligo de","text":"\u00a0Trump le ha impedido aceptar que se hab\u00eda equivocado en la burla de la madre del capit\u00e1n Khan"}}

el actual Partido Republicano sobrevivir a una derrota de Trump? ¿Puede sobrevivir a una victoria?”. Es lo que se llama un 'Catch 22' (como la novela del mismo nombre): cualquier solución conduce a un problema sin salida.  

Trump aún cuenta con una baza: Hillary es casi tan impopular como él. El electorado les percibe como dos mentirosos compulsivos, miembros de la élite. Los encuestados conceden a Hillary una mejor preparación, capacidad de juicio y mayor experiencia, algo a tener en cuenta si hablamos del botón nuclear.

Ambos candidatos mueven un elevado porcentaje de votos que son en realidad de rechazo al rival. Será la elección del mal menor. En ese caso, ganaría Hillary. Si la batalla es entre mentirosos, ganaría el demagogo faltón. Lo dice Joan Vennochi en 'The Boston Globe'. Sería como discutir con un idiota: obliga al otro a bajar a su nivel donde tiene más práctica.

FUERA DE CONTROL

Trump está fuera de control y en barrena en las encuestas. Las que pueden ofrecer más datos, sobre todo la tendencia del electorado, son las que se centran en los estados clave, los que bailan entre demócratas y republicanos y deciden quién entra en la Casa Blanca. Los asesores de Trump consideran esencial Michigan, donde abunda el blanco cabreado que vota al millonario. La última encuesta le deja en un 32% frente al 41% de Hillary. En Florida hay otro dato negativo para Trump: solo tiene el apoyo del 13% de los hispanos.

El hacedor de reyes, Karl Rove, el hombre que nos hizo creer que George W. Bush podría ser presidente, también busca tendencias. Si aceptamos la idea de que son unas elecciones entre dos candidatos con escasa simpatía entre el electorado, es esencial tener en cuenta este movimiento de las últimas tres semanas: la opinión favorable sobre Hillary subió de un 38,4% a un 40,6 y la desfavorable bajó del 56,2% a un 53,9. En el caso de Trump, la opinión favorable ha descendido del 35,3% al 33,6 y la desfavorable ha pasado del 57,9% al 60,1%.

Hillary Clinton es muy hábil. Se ha lanzado a la conquista del voto del republicano de toda la vida, alarmado con la deriva de su candidato. Su aspirante a vicepresidente, Tim Kaine, tiene el perfil moderado que puede ayudar en esta tarea. Hay un goteo de conocidos republicanos que declaran que votarán a Hillary. El último, el principal asesor de Jeb Bush. Si al desprecio a las mujeres, a los hispanos y a los negros, Trump suma el rechazo de las familias de los militares, su derrota puede ser histórica. Pero no lancemos las campanas, recordemos el sorpasso.