La rueda

Son héroes, no delincuentes

NAJAT EL HACHMI

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Imagínense que la situación de crisis económica actual se prolonga de forma indefinida, que nacen y crecen en un país donde una coyuntura como la actual es permanente, inherente, y que no tienen ninguna perspectiva de que esto cambie. Imaginen que las vías democráticas para intentar cambiar esta realidad no sirvieran para nada. Imaginen que los derechos de los ciudadanos a manifestarse, a quejarse de sus condiciones de vida, fueran una y otra vez reprimidos por las fuerzas de seguridad del Estado y que la corrupción forma parte del día a día del lugar donde viven, de manera que una clase social determinada pudiera disfrutar de privilegios, derechos y libertad mientras el resto de la población debe conformarse con ir sobreviviendo. Imaginen que el paro juvenil ya no es noticia sino la tónica general y que la única solución posible fuera la de emigrar.

Ahora imaginen que por tener nacionalidad española y no disponer de miles de euros en una cuenta corriente se les negara sistemáticamente poder cruzar la frontera hacia Francia para tratar de buscarse la vida hacia el norte. Si además saben de familias enteras que sí han podido mejorar su presente y futuro emigrando, ¿no intentarán como sea cruzar la línea absurda que es la frontera? Sé que es difícil de imaginar, pero piensen que la desesperanza es un pozo donde nadie que conserve un mínimo impulso de vida quiere caer.

Así se explica la imagen de este último fin de semana de un hombre aferrado con manos y pies y uñas y la piel entera en el ferri que en un trayecto de una hora le separaba de la esperanza. Y en vez de ser considerado un héroe que huye de una catástrofe es encarcelado como delincuente por haber infringido algo tan absurdo como la ley de extranjería, una ley que se podría resumir en: tú pasas, tú no. ¿Por qué? Porque sí o porque no o porque lo digo yo.