Dos miradas

Solo nueve horas

Con su pregón compartido con Carmen Juares, Leticia Dolera hizo visible que vivimos instalados en una precariedad que aún vestimos de bienestar gracias a la explotación de otros

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Emma Riverola

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¿Un paseo? ¿Un baño en el mar? ¿Un café y un libro en una cafetería? ¿Nos perdemos por el Raval? ¿Me acompañas a comprarme un vestido? ¿Quedamos esta noche? ¿Vienes a la verbena? ¿Y al Texas a ver 'The Party'? ¿Una caña? ¿Un gintónic? ¿No sales hoy? ¿Y mañana? No. Mañana no sale. Ni pasado. Ni el mes que viene. Tampoco el próximo año. Quizá de aquí cuatro. O cinco…

Seis años estuvo Carmen Juares cuidando a Francisca, una mujer con demencia. Solo disponía de nueve horas libres a la semana. El resto, encerrada en una casa, viendo la vida desde una ventana. Leticia Dolera compartió su pregón de la Mercè con Juares, una mujer que llegó con 19 años a Barcelona huyendo de la violencia en Honduras. Solo pudo trabajar de cuidadora. Ahora, es coordinadora de la asociación Mujeres Migrantes Diversas y quiso poner voz a una situación que es tan real, tan cotidiana como invisible.

Vivimos instalados en una precariedad que aún vestimos de bienestar gracias a la explotación de otros. Donde no llega la Administración pública (quizá no llegó nunca o quizá se frenó con los recortes), se parchea utilizando la desesperación de otros y sometiéndoles a condiciones cercanas a la esclavitud. Están en las cocinas de restaurantes, en los campos, en talleres clandestinos, tras las ventanas de pisos silenciosos… Si cerramos los ojos son invisibles. Cuando nos forcemos a abrirlos, quizá la invisibilidad esté cercando nuestros pies.