El solar de las caras

Un hombre y una mujer pegan grandes retratos de alumnos, profesores y padres de la escuela Àngel Baixeras en un solar de Ciutat Vella.

Un hombre y una mujer pegan grandes retratos de alumnos, profesores y padres de la escuela Àngel Baixeras en un solar de Ciutat Vella.

OLGA Merino

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Lo habrán descubierto si han paseado por las inmediaciones del Palau Requesens, justo en el cruce de las calles de Salvador Aulet y Sots-tinent Navarro, a tiro de piedra de Via Laietana. Se trata de un solar patas arriba, en una de cuyas paredes medianeras figura un tapiz hecho con fotos inmensas en blanco y negro de niños, padres, maestros de la escuela Àngel Baixeras y vecinos del Gòtic. El mural se titula 'Vivim aquí', un nombre que suena justo a lo que pretende: un toque de atención frente a la masificación turística.

Una cuestión muy inflamable esta —la avalancha de visitantes— que los candidatos a la alcaldía abordaron ampliamente el jueves en el último debate, pero sin entrar demasiado a fondo ni al trapo, como si no supieran del todo qué hacer con el Frankenstein que ha acabado por asomar la cabezota. De manera que para entender cómo se vive, por ejemplo, en Ciutat Vella me propuse hablar con dos vecinas del barrio, a la vez miembros del ampa del Àngel Baixeras. Así, las mamás Patrícia Martínez y Eulàlia Tubau me explicarían de paso de qué va el asunto de las superfotos.

Por lo que cuentan, hacer la compra un sábado en el casco antiguo, a eso de las once, significa meterse de lleno en una prueba de obstáculos por zonas peatonales invadidas. El tipo que se hace un 'selfie' en mitad del mogollón. Avanzar por las calles con el carrito a ritmo de procesión. Ahora pasa un grupo de 20 bicis en ruta de cachondeo. Luego, la recua de 'segways', esa especie de cortacésped con pasajero a bordo. Y los autocares, que aparcan donde les place.

Los sablazos en la terrazas

Mientras, los comercios de toda la vida —la droguería, la granja, las vetes i fils— van desapareciendo sustituidos por badulaques paquistanís, muy útiles para los pisos turísticos: cierran a las tantas, la cerveza está fría y siempre tienen a mano ingredientes con los que improvisar unos macarrones a deshoras. De los sablazos en las terrazas, mejor ni hablar.

«El resultado es que Barcelona se está despersonalizando —comenta Patrícia Martínez—. Puedes encontrar lo mismo aquí que en París o en Londres. Muchos amigos míos se están yendo hacia otros barrios de la ciudad más despejados, como el Poblenou».

Por todas estas razones, la comunidad educativa y el ampa del Àngel Baixeras, así como la Associació de Veïns del Gòtic, reivindican tener al menos voz en el proceso que habrá de decidir qué se hace con el solar de los números 12-16 de Sots-tinent Navarro. «Reclamamos el espacio público no solo para la escuela, sino también para el disfrute de todos los vecinos», subraya Eulàlia Tubau. Árboles, bancos, un respiro entre el asfalto.

Se da la circunstancia de que la parcela en cuestión pertenecía al Àngel Baixeras —era el patio del colegio—, pero el ayuntamiento decidió su expropiación en 1944 para edificarla. Ocupaba entonces la alcaldía Miquel Mateu Pla, también conocido como Mateu dels Ferros, hijo de uno de los fundadores de la Hispano Suiza, la fábrica de automóviles. Un alcalde el tal Mateu que hizo muy buenas migas con Franco y era miembro de Falange, de los que nadaban y guardaban la ropa.

Pero, bueno, a lo que íbamos: resulta que los 225 alumnos del Baixeras, entre infantil y primaria, suben a la azotea a la hora del recreo, marabunta que la directora del centro, Mercè Vilalta, tiene muy bien organizada y por turnos. Las vistas desde arriba, por cierto, son magníficas.

Así fue cómo nació la reivindicación del Vivim Aquí, un centenar mal contado de retratos inmensos, de gente de carne y hueso, pegados en la pared del solar, obra de la fotógrafa Marta Colell, también madre de un chavalín que estudia en el Baixeras. El 8 de mayo, celebraron una fiesta para bautizarlo. La iniciativa se inscribe dentro del proyecto internacional Inside Out, ideado por un artista que se hace llamar JR.

Los terrenos en liza están vallados porque dentro del perímetro se está efectuando una excavación arqueológica. A Barcelona le pasa un tanto como al pastel de tortilla que sirven en el Flash Flash: rascas la mayonesa y empiezan a aparecer capas superpuestas de ruinas romanas, palacetes medievales, las casas de los indianos y las componendas del franquismo. De hecho, el solar entra dentro del plan Barcino, que pretende recuperar la secuencia de la antigua muralla romana y las torres de defensa. Habrá que preguntarle al nuevo consistorio qué pasa con el proyecto, si hay pelas o se ha quedado congelado en el 'limborum'.

Antes de la guerra, por cierto, a Sots-tinent Navarro se la conocía como la calle de las Murallas.